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MASSIMO TOSATO | Vicepresidente ejecutivo de Schroders

“Las Bolsas han ido demasiado alto y demasiado deprisa”

Schroders es una de las grandes gestoras de fondos en Europa Massimo Tosato es su vicepresidente ejecutivo

Miguel Ángel García Vega
Massimo Tosato, vicepresidente ejecutivo de Schroders
Massimo Tosato, vicepresidente ejecutivo de SchrodersKIKE PARA

Schroders es uno de los dueños de los dineros del mundo. Esta gestora de fondos maneja activos por valor de 236.500 millones de libras (273.200 millones de euros). Uno de los hombres fuertes del grupo británico es Massimo Tosato (Venecia, 1954), vicepresidente ejecutivo, coleccionista de arte contemporáneo, viajero constante y políglota.

Pregunta. La regulación de la industria es cada vez más compleja. ¿Cómo les afecta?

Respuesta. Somos una gestora independiente. Apoyamos cualquier normativa que aumente la protección del cliente y la transparencia. Porque al final es algo que facilita nuestro trabajo y fortalece la industria. Pero desgraciadamente algunas de las normas que se han discutido han sido impulsadas más por el sentimiento populista de los políticos, en contra de los servicios financieros en general, que teniendo en cuenta las necesidades de la industria.

P. Su implantación internacional ya es extensa en términos de países (28) y oficinas (40). ¿Piensan ampliar esta presencia?

R. Estamos presentes en todos los mercados en los que queremos estar. Solo hay dos países en los que vemos potencial y no estamos presentes: Rusia y Turquía. En el primero, la distribución de la riqueza está aún demasiado concentrada, no existe una gran clase media, por lo que hemos decidido posponer al menos dos años nuestra entrada, y Turquía sí tiene una clase media creciente y está desarrollando un gran papel como puente entre Oriente y Occidente. Pero la riqueza está aglutinada sobre todo en depósitos y hasta que bajen los tipos no será interesante.

P. ¿Cuál es su pronóstico a corto plazo para nuestra economía?

R. Hay signos de recuperación, especialmente en el sector exterior. Y hay razones para ser optimistas. La situación es mejor que en el pasado. Sin embargo, el gasto de los consumidores todavía es limitado y hay un enorme desempleo juvenil. Cuando el paro es tan elevado y los mejores talentos de una generación tienen que buscar trabajo en el exterior, y probablemente no regresen nunca al país, estamos frente a una pérdida permanente de capital intelectual.

P. Hablando de pérdidas, ¿tendremos pensiones?

R. La distribución demográfica de la población y su crecimiento no permitirá —desgraciadamente— nunca más una generosidad como la que nos ha proporcionado la generación de nuestros padres. Nuestra generación y la de nuestros hijos tendrán que completar la pensión pública con su ahorro privado. Y deberán trabajar más tiempo que sus padres. Porque la esperanza de vida es mayor. No me sorprendería que la generación de nuestros hijos trabajara hasta los 70 años.

“La normativa que limitaba los bonus en la industria era un error”

P. Hace 20 años, los expertos nos contaban que las sucursales bancarias desaparecerían. Pero en 2013 continúan siendo el lugar favorito de los españoles para adquirir productos. ¿Por qué?

R. Hay dos comentarios a esta pregunta. Primero, las sucursales, especialmente en España, han cambiado mucho su estructura. Ahora son puntos de venta más livianos, con tres o cuatro empleados en vez de decenas. Y son más determinantes en ese contacto cara a cara en comparación a una máquina. En segundo lugar, hace menos de un mes hablaba de este tema con el director ejecutivo de uno de los principales bancos europeos y aseguraba que el número de sucursales caerá significativamente los próximos tres o cinco años. La industria bancaria europea está saturada y hay demasiadas sucursales.

P. ¿Ha terminado la peor recesión de los últimos 100 años?

R. Soy optimista por carácter. Creo que los grandes riesgos que afrontábamos están superados. Hay nubes negras en el horizonte, pero no volverá a llover. Eso sí, a Europa le llevará cinco o siete años asimilar los cambios que llegan a nuestros sistemas democráticos en terrenos como el Estado del bienestar.

P. ¿Cuándo volveremos a los caminos de la prosperidad?

R. El crecimiento en Europa comenzará a mediados del año próximo. Pero hablamos de unas ratios de entre un 0,5% y el 1%. No es China creciendo al 8%.

P. ¿Ha tenido el quantitative easing (inyección masiva de liquidez por parte de la Reserva Federal estadounidense) un efecto inflacionario en la economía?

R. En Europa todavía no. Creo que después de las elecciones alemanas, porque para el país germano la inflación es un tabú muy grande, y una vez que la presidenta Angela Merkel, como se espera, haya sido reelegida, el Banco Central Europeo podría favorecer una política proinflacionaria que ayude a los países del sur de Europa a digerir su deuda. Esto supondría una mayor debilidad del euro, lo cual facilitaría las exportaciones. En Europa, el final del quantitative easing todavía está bastante lejos, ya que aún se necesita al menos durante un año y medio.

P. ¿El rally de las Bolsas, sobre todo internacionales, en los últimos meses significa que a las empresas les está yendo mejor?

“Algunas leyes han sido impulsadas por un sentimiento populista”

R. Los mercados de capitales generalmente anticipan y remarcan las principales tendencias económicas. Hemos visto una revalorización significativa de los títulos en la primera mitad del año, probablemente han ido demasiado alto y demasiado rápido.

P. El Parlamento Europeo quiere impulsar una legislación que limite los bonus que cobran los gestores de fondos y relacionar sus salarios con los resultados de los productos que manejen. ¿Le parece una buena idea?

R. Esta propuesta fue rechazada por el Parlamento Europeo hace muy poco por un escaso margen de votos. Su intención era limitar (convertir la remuneración variable en un porcentaje del salario fijo) los ingresos de los gestores de fondos. Era un error como política y como instrumento. Nosotros no arriesgamos el capital. No somos un banco o una aseguradora. No creamos riesgo sistémico y no quebramos durante la crisis. En segundo lugar, es un error como instrumento técnico, porque no limita las remuneraciones y la gente, por ejemplo, puede seguir pagando mucho en la parte fija y menos en bonus. Además, en el caso de Schroders nuestro salario está muy limitado. Es mucho más bajo que el de nuestros competidores de Europa continental. Pero nuestra compensación total es más alta porque compartimos todos los beneficios. Cuando el beneficio es bajo, no tenemos bonus, y cuando es alto, repartimos un gran bonus. Creo que esta normativa estaba mal motivada, técnicamente no alcanzaba los objetivos políticos y competitivamente era estúpida.

P. ¿Cree que la sociedad entiende una explicación de este tipo?

R. No. Hace poco hablaba con un político sobre este tema y le decía: “¿No te das cuenta de que lo que estáis proponiendo no consigue los objetivos que perseguís?”. Es solo un titular en un periódico que dice que se han limitado los altos ingresos de algunas personas que trabajan en el mundo financiero. Su respuesta fue: “Sí. Pero hay 50.000 personas trabajando en la gestión de activos, y en Europa hay 500 millones de electores”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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