El filatélico de Afinsa regaló tres pisos de lujo y cuatro Mercedes a su esposa
Francisco Guijarro suministraba los sellos, casi todos falsos, a la trama Hallaron 9,5 millones en efectivo en su chalet y otros 9 millones en Suiza
Afinsa era un negocio esencialmente financiero que ha dejado un agujero de 2.500 millones de euros y 190.000 afectados. Pero la estafa piramidal tenía como tapadera una actividad de compra y venta de sellos de la que se encargaba Francisco Guijarro, uno de los cerebros de la trama. Como encargado de la actividad filatélica del grupo desde 1998 hasta 2003, Guijarro amasó una enorme fortuna que invirtió en comprar una flota de coches de lujo e inmuebles en zonas residenciales privilegiadas de Madrid. También contaba con cuentas corrientes en Suiza y Mónaco, con diez millones de euros, y se le intervinieron 9,5 millones de euros en efectivo en su domicilio en Madrid. Pero casi toda esa fortuna no estaba a su nombre, sino al de su esposa e hijos.
Y es que a la luz del auto de procesamiento del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, notificado la pasada semana, Guijarro puede presumir de ser un generoso esposo y padre. Dedicó la mayor parte de los fondos proveniente de la venta fraudulenta de sellos a agasajar a su esposa, Felisa Montoro, y a sus cuatro hijos —Natalia, Juan Javier, Rubén y Sonia— con regalos multimillonarios.
La cónyuge recibió cuatro coches Mercedes de lujo, un Volkswagen Tuareg y un BMW Mini. Además, a ella y a sus hijos les regaló un chalet en la urbanización exclusiva madrileña de La Moraleja, valorado en 3,54 millones de euros, así como un inmueble de lujo, también en la misma urbanización, valorado en 707.699 euros, y otro anejo, cuya propiedad compartía el propio Guijarro, de 771.699 euros.
La actitud benefactora hacia su familia, que el auto judicial interpreta como una forma de blanqueo de dinero, no quedaba ahí. Guijarro, a través de varias sociedades a nombre de su esposa e hijos, les transfirió casi 10 millones de euros en distintas cuentas bancarias en Mónaco y Suiza. Al final, concentraron todos estos fondos en una cuenta de UBS en Suiza, que está bloqueada judicialmente con un saldo de 8,8 millones.
Además, de estos fondos, también disponía de una importante cantidad en efectivo. En su casa de La Moraleja, de 13.000 metros cuadrados, le fueron encontrados 9,5 millones de euros, al parecer escondidos tras un falso tabique, en un registro llevado a cabo cuando fue intervenida Afinsa en 2006.
Aunque hay catorce procesados, el auto del juez le dedica un gran protagonismo a Guijarro, y explica minuciosamente la mecánica y las andanzas de este personaje sin el que Afinsa no hubiera podido poner en pie su enorme estafa piramidal. Y es que aunque formalmente Guijarro era independiente de la estructura de Afinsa, en calidad de proveedor único de filatelia a través de sus tres empresas (Francisco Guijarro Lázaro, Filatelia SL y Guijarro Lázaro SL), actuaba en connivencia con los principales responsables de Afinsa, y en particular, como “hombre en definitiva de la máxima confianza” de Albertino de Figuereido, fundador y presidente no ejecutivo de Afinsa. De la mano de este último, entró en el negocio como experto filatélico en 1998, cuando atravesaba una mala época, incluyendo una larga temporada en el paro.
Entre ese año y 2003 fue el único proveedor de sellos de Afinsa, a la que facturó por la cuantía de 705,6 millones de euros, aunque realmente las colecciones que suministraba no tenían ni de lejos ese valor. El auto deja claro que el coste de la filatelia, toda de la llamada de tipo clásico (sellos emitidos antes de 1900), tenía un valor de 56,3 millones. “Estaba en un 92,5 % sobrevalorada: se trataba de sellos íntegramente falsos; parcialmente falsos o recortados, esto es manipulados para aumentar su valor; y mal catalogados, esto es, identificados con referencias con un valor muy superior al sello suministrado”, dice el auto.
En junio de 2003, Afinsa rompió las relaciones comerciales con Guijarro. Por aquel entocnes, estaba siendo investigado por la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales (SEPBLAC) por indicios de operativa sospechosa. Pero lo que determinó esa ruptura fue principalmente el plan de la propia Afinsa de hacerse también con el negocio de suministro de sellos para lo que consiguió la participación mayoritaria en la entidad Greg Manning Auctions Inc (GMAI), sociedad americana que cotizaba en el Nasdaq.
Francisco Guijarro no sale muy bien parado del proceso judicial. “Al margen de su destacada participación en la estafa”, el juez le acusa de blanquear capitales, por transferir fondos a las citadas cuentas y comprar inmuebles, y de cuatro delitos contra la Hacienda Pública, a la que se estima que defraudó 22 millones de euros.
Por eso, el juez le ha impuesto una fianza de 705 millones, conjunta y solidariamente con otros nueve procesados, por el agujero que dejó en Afinsa y otros 22,4 millones por los delitos contra Hacienda. A su esposa e hijos les impone conjunta y solidariamente otra fianza de 13 millones. Además, la cónyuge deberá responder de una fianza por separado de 427.929 y sus hijos Ruben y Natalia, con otras de 209.645 y de 355.624 euros, respectivamente.
Guijarro fue enviado a prisión en mayo de 2006, justo cuando se intervino judicialmente a Afinsa, junto a otros cuatros máximos responsables del grupo, pero en menos de un mes fue puesto en libertad.
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