Alpine no tuerce la mano de FCC
Juan Béjar reafirma su estrategia de rápido saneamiento tras la insolvencia de la filial
Sanear y reestructurar un grupo del tamaño y la complejidad de FCC no es un camino de rosas, pero, a pesar de algún tropiezo grave —la insolvencia declarada en su filial Alpine—, sus nuevos gestores lo están recorriendo con diligencia. Las metas del Plan Estratégico 2013-2015, presentado hace tres meses, aún quedan lejos, pero el grupo de construcción y servicios ha avanzado mucho desde marzo en su consecución, echando mano de desinversiones —como la de su filial Proactiv a la de una sociedad hospitalaria en Irlanda—, metiendo la tijera a los costes y a las plantillas, y adelantando la reordenación y refinanciación de Realia.
“El equipo directivo de FCC y yo, en particular, estamos absolutamente comprometidos con el desarrollo del Plan Estratégico. Todas las acciones planteadas en el plan están lanzadas y en fase de ejecución: las más relevantes son la reducción del endeudamiento y el ajuste de los costes de estructura”, declaró el miércoles a este suplemento su vicepresidente y consejero delegado, Juan Béjar.
El grupo se ha hecho, además, en estos meses con importantes adjudicaciones. En Reino Unido ha logrado su mayor adjudicación dentro de un consorcio para la construcción y operación del Puente de Mersey por 700 millones de euros. En Bélgica, ha sido designado mejor licitador (preferred bidder) en un proyecto penitenciario presupuestado en 600 millones. En Perú se ha adjudicado la construcción del Puerto del Callao, en Lima, y un complejo deportivo en Trujillo, por valor de 200 millones. Y FCC Aqualia acumula contratos por un valor superior a 1.100 millones de euros.
Además, según fuentes de la compañía, en próximos días, FCC va a anunciar dos macrocontratos, el mayor en la historia de las constructoras españolas (una infraestructura ferroviaria para un país árabe) y otro de índole medioambiental en Reino Unido, y va a dar a conocer una desinversión más, la venta del 50% de una filial checa de su división de aguas.
“Queremos adelantar las desinversiones
FCC, que acumuló 1.146 millones de pérdidas en 2012 y 140 millones en el primer trimestre de 2013, anunció en marzo una drástica poda en sus actividades —desinversiones hasta 2015 por valor de 2.200 millones— para centrarse en infraestructuras, medio ambiente y ciclo del agua.
“Nuestro objetivo es realizar prácticamente todas las desinversiones” previstas en el plan “a lo largo de este año, con el fin de que el efecto de la reducción del endeudamiento se note claramente en los resultados de 2014 y estemos en condiciones de recuperar la retribución al accionista”, señala Béjar. “FCC”, agrega su vicepresidente, “tiene una gran fortaleza en servicios medioambientales y agua, dos actividades que actualmente contribuyen con casi 800 millones de euros al ebitda del grupo. El liderazgo que tenemos en estas actividades es la mejor palanca de apoyo para superar la crisis de los negocios cíclicos”.
El objetivo del plan trienal es alcanzar a su término 1.200 millones de ebitda, una generación de caja de 850 millones y una deuda de 5.200 millones, lo que supone recortar 2.700 millones sobre su deuda a 31 de diciembre pasado.
En pos de esas metas, el grupo ha sacado adelante en abril un expediente de regulación de empleo pactado con los sindicatos que afecta a 842 empleados del sector de la construcción; ha vendido en junio su participación del 50% en Proactiva, firma que opera en Latinoamérica; a Veolia por 150 millones (81 millones de plusvalía), y ha encargado a BNP que busque comprador para su filial de mobiliario urbano Cemusa.
Donde sí ha pinchado FCC es en su constructora austriaca. Alpine, que cerró 2012 con una pérdida neta de 450 millones y el primer trimestre de 2013 con una pérdida antes de impuestos de 90 millones (53 millones más que lo fijado en un plan de reestructuración pactado con los acreedores) ha estado buscando hasta hace 10 días un crédito que la salvase del naufragio. No pudo ser, y el 19 de junio solicitó concurso de acreedores. Una decisión derivada del deterioro de su situación operativa desde principios de 2012. La matriz ha recordado, en una comunicación a la CNMV, que sus cuentas consolidadas en 2012 registraron ya pérdidas de 420 millones procedentes de Alpine.
FCC apuntó, en ese comunicado, que el concurso de acreedores iba a tener un impacto significativo en sus cuentas. Al final, el desaguisado ha sido mayor. El administrador concursal acaba de solicitar el cierre de Alpine, tras fracasar el intento de crear una sociedad operativa para seguir con los negocios de la firma insolvente. Un palo para FCC, aunque en la compañía subrayan el lado positivo: el cierre sutura la hemorragia austriaca en sus cuentas.
“La insolvencia de Alpine”, provocada por la falta de consenso entre sus acreedores, tiene como efecto en FCC, explican fuentes del grupo, “la imputación de una pérdida de 289 millones, de carácter contable y con el fin de dar de baja los activos. En el lado de los pasivos, una vez que se inicie la liquidación de la sociedad, FCC descontará la deuda asociada a Alpine, que ascendía al cierre del primer trimestre a 625 millones”.
Recalcan además, en FCC, que la insolvencia de Alpime “no altera la senda ni los objetivos del Plan Estratégico” de la matriz.
“FCC ha iniciado un proceso de transformación interna que es imparable y profundo. Vamos a ser una empresa más ágil. Básicamente vamos a mantener la cifra de negocio, excluido el efecto de Alpine, y reducir los gastos de estructura en más de 200 millones. La mejora de los márgenes se trasladará directamente a la cuenta de resultados”, explica Béjar.
“La insolvencia de Alpine es un obstáculo que hemos tenido que superar. Sin embargo”, agrega Béjar, “la capacidad de contratación de proyectos internacionales muestra una gran fortaleza, como lo demuestran las últimas adjudicaciones y las que se van a producir en próximas semanas”.
FCC, en todo caso, no levanta el pie del acelerador y se acoge al pragmatismo al que aludió ante los accionistas su presidenta, Esther Alcocer Koplowitz, para apretarse el cinturón más de lo previsto inicialmente y afrontar así un entorno de la economía general y de alguno de sus negocios que evoluciona peor de lo esperado.
Un buen ejemplo de ello, aparte del borrón y cuenta nueva de Alpime, es la reciente revisión del Plan de Negocio 2012-2021 de Cementos Portland Valderrivas, tras caer un 29% el consumo de cemento en España en el primer trimestre y registrar la compañía en ese periodo una pérdida de 27,7 millones, sin incluir las plusvalías contables derivadas del canje de Cementos Lemona acordado en febrero con la irlandesa CRH.
La revisión del plan de la Portland Valderrivas incorpora nuevos expedientes de regulación temporal de empleo en sus fábricas de cemento, el cierre de plantas de hormigón, árido y mortero y desinversiones en activos no estratégicos. Esta compañía había recurrido recientemente a distintos ajustes de plantilla que afectaron a unos 600 trabajadores.
Los continuos cambios en la regulación de la energía renovable en España están dificultando y retrasando, por otro lado, la venta de estos activos prevista en la estrategia de FCC. La incertidumbre ha enfriado el apetito comprador de algunas multinacionales, pero en FCC confían en poder cerrar la desinversión antes de que termine 2013. La venta reduciría mucho su endeudamiento.
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