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La crisis de la eurozona

Berlín lamenta que España no pida más dinero del fondo para la banca

El sector financiero solo ha solicitado el 40% del rescate Alemania carga contra Barroso por la errática gestión de la crisis

Claudi Pérez
Angela Merkel con una ramo de flores para el secretario de Presidencia, por su cumpleaños.
Angela Merkel con una ramo de flores para el secretario de Presidencia, por su cumpleaños.MICHAEL SOHN (AP)

Palos desde Berlín y palos desde Bruselas. Alemania reabrió ayer otro flanco preocupante para España: el bancario. No acaba de estar satisfecha con la reforma financiera, que se había ganado fama de modélica en Bruselas.

Una alta fuente del Gobierno alemán lamentó que en su día España solicitara solo algo más de 40.000 millones de la línea de crédito de hasta 100.000 millones que expira a finales de año. Berlín considera que el sector financiero europeo, empezando por las cajas españolas, no ha conseguido despejar todas las incertidumbres acerca de su credibilidad, a pesar de las continuas pruebas de esfuerzo. O precisamente a causa de esos test, realizados con continuas interferencias políticas (empezando por la propia Alemania).

No es solo cosa de Berlín. El Banco de España exige a la banca más provisiones para los créditos refinanciados: considera que aún puede haber morosidad oculta bajo la alfombra. Y en la misma línea que Alemania, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, aseguró hace unas semanas que persistían serias dudas sobre la banca española, aunque después se vio forzado a rectificar.

Los recelos, en fin, están ahí. En los mercados se habla abiertamente de la posibilidad de que algunas entidades puedan necesitar más dinero público. Berlín destacó que, de haber usado todo el arsenal europeo, los bancos estarían mejor capitalizados y la carestía de crédito a particulares y pymes sería menos preocupante. Alemania parece animar a España a usar los casi 60.000 millones restantes, algo a lo que se ha negado esta misma semana el ministro español Luis de Guindos. Tampoco el Banco de España considera que sea necesario más capital.

Pero no se trata solo de la banca española o la italiana. El sector en conjunto es un misterio. Otro de los grandes focos de desconfianza son las grandes entidades alemanas y francesas, cargadas hasta las cejas de activos tóxicos que nadie sabe aún dónde se esconden exactamente, según fuentes europeas.

Otra fuente de la cancillería explicó que la reforma financiera española se ha aplicado de forma convincente, y atribuyó los eventuales problemas que puedan surgir a la sangría en la economía real: desempleo, deterioro de los activos por el pinchazo del ladrillo y falta de crecimiento, que achaca a la falta de reformas.

En todo caso, la economía española no despierta precisamente confianza en el continente. La Comisión Europea ultima la apertura de un expediente a España por sus desequilibrios excesivos, que es en realidad otra forma de decir que los socios europeos siguen sin estar satisfechos con la agenda de reformas mil veces anunciadas por el Gobierno, pero que en algunos casos no acaban de llegar o no dan los frutos esperados. Bruselas va a someter a Madrid a la máxima presión hasta fin de mes, según las fuentes consultadas.

Desde Bruselas o Berlín se exigen medidas. España necesita una reforma exprés de las políticas de empleo, la modificación del factor de sostenibilidad en pensiones y puede que un plan de jubilaciones anticipadas. Eso último supone un viraje respecto a la actual doctrina de Bruselas.

Pero ahora la gran preocupación es el paro juvenil, y las fuentes consultadas consideran que las prejubilaciones serían una puerta de entrada al mercado laboral para los jóvenes. Alemania quiere organizar una cumbre de ministros de empleo: considera que la Comisión no está haciendo su trabajo y quiere un espaldarazo a las políticas sociales, empezando por activar a toda prisa los 6.000 millones del presupuesto europeo contra el paro juvenil, que pueden multiplicarse con la participación del BEI.

Sin embargo, las mayores críticas de Alemania llegaron ayer por elevación. Berlín cargó con dureza contra la troika europea. Y sobre todo contra la Comisión Europea y su presidente, el portugués José Manuel Barroso, a quien acusó de una gestión de la crisis plagada de errores, en la que Bruselas no sirve de impulso hacia ninguna parte. Barroso criticó a su vez, hace unos días, la política de austeridad de inspiración alemana, que a su juicio está “al límite”. Berlín le devuelve ahora el golpe en lo que parece un divorcio sin solución, a juzgar por las cargas de profundidad de varias altas fuentes en la cancillería.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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