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Visiones en los bienes de equipo

El auge de las exportaciones genera un optimismo desconfiado en el sector

Dani Cordero

Francisco Purroy no ha parado esta semana. El jueves atendía a una delegación australiana. Lo mismo sucedió el día anterior con un grupo de posibles clientes chinos. El viernes le tocaba el turno a brasileños. Todos ellos tienen interés en la maquinaria de procesado alimentario de altas prestaciones que fabrica Hiperbaric. “Quizás no cerremos contratos ahora, pero sí dentro de un año”, señala Purroy, director de ventas, segundos después de despedirse de los australianos en las puertas de la planta burgalesa de la compañía.

Hiperbaric está a años luz del glamour de otras marcas más populares como Zara o Mango. De hecho, es una gran desconocida para el gran público. Pero en su nicho, la pospasteurización por altas presiones para desactivar microbios en productos alimentarios, es una avanzada. Se bate el cobre con un competidor estadounidense mientras intentan sacar la cabeza dos nuevos competidores: una alemana y otra china. Hasta el momento, la compañía factura en torno a los 40 millones de euros y exporta más del 90% de su producción. Y su vida corre en paralelo al sector industrial del que forma parte: el de los bienes de equipo. Su nombre comercial pasa desapercibido entre el gran público, incluso entre posibles trabajadores y, como otras empresas, está centrada en el exterior mientras la crisis en España no remita.

“La situación para el sector de los bienes de equipo no es buena, pero nos encontramos en un proceso de transición que aporta cosas positivas y esperamos que en 2013 vayamos de menos a más y dejemos atrás el desánimo general”, explica Antonio Garciapons, director general de Sercobe, la patronal de las empresas de los bienes de equipo, una amalgama de especialidades que va desde la fabricación de maquinaria de producción hasta convoyes de trenes o material aeronáutico.

Las compañías agrupadas en Sercobe perdieron el año pasado un 2,8% de ventas, especialmente por la depresión del mercado español. Esa caída fue acompañada de una caída del índice de producción industrial (IPI) del sector superior al 10%. La falta de inversión privada se ha visto complementada por la inexistencia de nuevos proyectos públicos, ya sea en materia de transporte o la casi paralización de inversiones eléctricas a causa de la caída del consumo y de la sangría del déficit de tarifa.

El alza de ventas al exterior contrasta con la contracción registrada en 2012

“Somos un equipo de Primera División, pero con el problema de que en España no tenemos Liga y tenemos poca visibilidad”, saca pecho Garciapons para poco después lamentarse de la situación. “Hacemos un tipo de producto que no nace de una forma rapidísima, pero somos muy tecnológicos y ahora estamos en primera línea mundial”, dice.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, dio algo de esperanza al sector cuando hace poco más de una semana subrayó su relevancia en el marco de las exportaciones españolas. En los dos primeros meses del año crecieron un 17,7%. Representan casi una quinta parte del total y, de promedio, cada una de ellas vende en el exterior el equivalente al 85% de su cifra de negocio. “Los datos están muy por encima de la media de crecimiento de las exportaciones, pero de ahí a concluir que estamos ante un cambio de tendencia o que hemos transformado nuestra actividad es un poco precipitado”, señala Pere Puig, uno de los responsables del Observatorio de la Empresa Multinacional de la escuela de negocios Esade.

La división de packaging de Ulma, especializada en envases alimentarios, es una de las que han visto cómo su racha mejoraba en los dos últimos trimestres. De octubre a marzo su cartera de ventas se disparó un 22% respecto a un año antes. “Es cierto que ha crecido de forma importante, pero el ciclo no ha cambiado. Ojalá”, dice su director comercial, Iñaki Zubía. A grandes rasgos, los mercados internacionales con más auge de la compañía coinciden con los del resto del sector: Brasil, México, Estados Unidos y, en Europa, Rusia y Polonia. “La Europa tradicional no crece”, dice Zubía.

Esa opinión más conservadora respecto al auge del sector es generalizada. “Las ventas de bienes de equipo se hacen en grandes volúmenes, lo que puede provocar distorsiones en los números”, señala Joan Tristany, director general de la asociación de empresas exportadoras Amec. Como Zubía, también destaca la importancia de que el sector de los bienes de equipo pueda tirar de la economía —o de las exportaciones—: “No es lo mismo exportar productos agrarios básicos que exportar partes de avión. Los bienes de equipo no solo aportan producción y ventas, también son demandantes y generadoras de mano de obra cualificada”, dice Tristany.

Los expertos piden apoyo público y financiación para poder competir

También porque el sector ha evolucionado, especialmente sobre la tesis de qué quería ser cuando fuera mayor. “Nos hemos tenido que hacer la pregunta sobre si queríamos ser abanderados de la calidad alemana o entrar en el mercado con los precios chinos y hemos llegado a la conclusión de que queríamos las dos cosas”, señala Joan Tristany, de Amec. Desde las propias empresas no creen que el debate sea tan simple, ni que todo esté en función de lo que decidan las empresas españolas. Básicamente porque “los alemanes están reduciendo sus precios para afrontar un mercado bajista y los chinos están mejorando mucho sus productos”, afirma Iñaki Zubía, de Ulma Packaging.

En su opinión, el reto no es solo el del precio o el del propio producto, sino crear una oferta integrada que incluya asesoramiento, fabricación y mantenimiento.

Pese a que Ulma Packaging factura cerca de 150 millones de euros, sí que demanda incentivos de la Administración y recuperar ayudas que han desaparecido con la política de recortes del Gobierno. “Las ayudas que ofrecía el ICEX nos ayudarían mucho ahora, así como el apoyo de la banca para financiar proyectos”, asegura Zubía, quien sostiene que ese tipo de ayudas se están convirtiendo en un agravio comparativo para las empresas españolas. “Competimos con empresas del resto de Europa que no tienen los mismos problemas”, coincide Pere Puig, quien también reclama más esfuerzos en formación.

Garciapons considera que el problema de la financiación es especialmente peligroso en el caso del sector de los bienes de equipo, que ha de realizar proyectos únicos y que requieren grandes inversiones.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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