Dotcom estrena su portal sucesor de Megaupload un año después
El informático, detenido en 2012 por piratería, lanza una web de descargas donde los archivos están encriptados Unos 250.000 usuarios se registran pocas horas después de su estreno
Un botón que “cambiará el mundo”. Sonaba a dibujo animado o, más bien, a taquillazo de Hollywood. Sin embargo era la promesa que avanzaba desde hacía semanas la web Mega. Hasta este sábado, 19 de enero, día en el que el fatídico botón se activó y la nueva página de almacenamiento y descarga de contenidos online ideada por Kim Dotcom empezó a funcionar. El propio fundador de Megaupload -en libertad condicional en Nueva Zelanda y acusado de piratería informática por EE UU, que pide su extradición- se ha encargado de presentarla en un maxi (perdón, mega) evento retransmitido, como no, en streaming.
Más allá del poco original cambio de nombre, la clave que acompaña el nacimiento de Mega es su funcionamiento. Ofrece a sus nuevos usuarios 50 GB de almacenamiento gratuito, servicios de correo electrónico y de nombre de dominios, acceso a través del móvil y mensajería instantánea. Además de la afiliación gratis, Mega ofrece tres servicios de almacenamiento de entre 400 GB a 8 Terabytes, con precios que van desde los 19,99 a los 29,99 euros mensuales, informa Efe.
Unas horas después de que se produjera el lanzamiento de Mega, Dotcom aseguraba en su cuenta en Twitter que se habían registrado un cuarto de millón de usuarios a pesar de que el acceso era difícil y hubo algunos problemas. "250.000 usuarios registrados. El servidor está en su capacidad de máxima carga. Mejorará cuando se calme ese entusiasmo inicial".
Su antecesora, Megaupload, contaba con más de 180 millones de usuarios en todo el mundo y almacenaba miles de archivos, muchos de los cuales contenían ilícitamente películas, series y canciones protegidas por derecho de autor. Los usuarios podían subir un contenido (ya fuera una foto, un filme, o un documento de texto) a la web, lo que generaba un enlace. A través de ello, todo internauta podía acceder gratuitamente al archivo.
Entre anuncios publicitarios y las cuentas Premium, para aquellos usuarios que sí pagaban a cambio de un servicio más rápido y eficaz, la página web permitió a Dotcom y sus seis colegas (también detenidos) acumular 135 millones de euros y generó daños por 386 millones a la industria cultural por todo el material difundido de forma ilícita, según el FBI. Precisamente por esto, entre otras razones, Megaupload fue cerrada por la policía de EE UU en enero de 2012. Y su fundador pasó a ser el enemigo público numero 1 de discográficas, distribuidoras y entidades de gestión y el héroe de cuantos reivindican la cultura gratis en Internet.
Ahora Dotcom sostiene haber encontrado la clave –nunca mejor dicho- para evitar nuevos apuros legales. En Mega, el archivo almacenado devolverá al usuario una contraseña, imprescindible para acceder a él. De ahí que, tal y como contaba el socio de Dotcom, Mathias Ortmann, a la revista Wired, sea “imposible para Mega saber, o ser responsable, por el contenido de los archivos guardados por sus usuarios”. “Lo que la gente comparta, cómo lo haga, y con cuántas personas, es su responsabilidad, bajo su control”, agregaba el propio Doctom. Gabón, que en principio iba a hospedar Mega, ha rechazado acoger la página ya que el país africano quiere “proteger los derechos en materia de propiedad intelectual”, como ha afirmado en un comunicado oficial.
Sea como fuere, la nueva fórmula parece demasiado familiar a algunos. “Suena a un Megaupload encriptado”, defiende Antonio Guisasola, presidente de la asociación de productores discográficos Promusicae. Y añade: “Vemos el lanzamiento con cierta prevención, ya que los antecedentes de Dotcom no son recomendables. Básicamente se ha dedicado a comercializar productos ajenos para montar negocios y hacer dinero”.
Millones, en concreto. Tanto que este alemán de dos metros y más de 140 kilos posee tres camas del valor de 77.000 euros cada una, vehículos como una Cadillac y un Rolls Royce y se aloja en una finca en Nueva Zelanda, bautizada mansión Dotcom, por la que pagó 22 millones de euros. En el fondo, él mismo se define como un personaje “desmesurado”.
“Megaconspirador” le definió en cambio el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que ordenó su detención en enero del año pasado en el marco de una operación internacional contra la piratería informática. Dos helicópteros y decenas de oficiales acorralaron su mansión y se llevaron a Dotcom, en una espectacular irrupción que posteriormente la justicia neozelandesa estableció ser ilegal. En la finca, los agentes requisaron 3,7 millones de euros en coches de lujo y 8,5 millones de euros en varias cuentas.
Tras pasar un mes en prisión, el alemán quedó en libertad condicional. Y pudo acceder a 3,8 millones de euros de sus fondos congelados, sobre todo para sus (mega) gastos familiares y para pagar sus abogados. Falta le hacían, ya que Dotcom está acusado de conspiración para lavado de dinero y de tomar parte en una organización criminal para lucrarse con la distribución ilegal de contenido protegido por derecho de autor. En total, se enfrenta a cinco cargos por un máximo de 55 años de cárcel.
El alemán se enfrenta también a una posible extradición al otro lado del Pacífico. El 25 de marzo un tribunal de Nueva Zelanda tendrá que decidir si Dotcom tiene que ser entregado a EE UU. Una opción que, como contó en un correo electrónico a The New York Times, no le fascina precisamente: “Antes respetaba a Estados Unidos y al sueño americano. Pero ahora pienso que es la mayor amenaza que existe contra la libertad en Internet y la paz en el mundo”. Tal vez una respuesta desmesurada. Como él.
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