Hasta que llegó su hora
Rato dimitió como presidente de Bankia por la presión del Gobierno, Banco de España y FMI
Rodrigo de Rato Figaredo es biznieto de Faustino Rodríguez-San Pedro, ministro con Alfonso XIII y alcalde de Madrid, entre otros cargos, e hijo de Ramón de Rato y Aurora Figaredo, que le entronca con dos familias empresariales asturianas de raigambre. Su padre quiso ser, como su abuelo, ministro de Hacienda de una monarquía restaurada y uno de los grandes banqueros del país. No logró ni lo uno ni lo otro. El biznieto (e hijo) logró lo primero y estuvo a punto de lo segundo como presidente de Bankia, entidad creada por la fusión de siete cajas de ahorros cuyo tamaño la ponía en el podio del sector financiero español. Sin embargo, la enorme carga de morosos e impagados por el peso de ladrillo supuso una losa que no pudo levantar.
Rato no explicó las razones de la dimisión. Se limitó a reseñar en un comunicado que “una vez cumplidos los hitos [salida Bolsa, ajuste de la red, reducción de costes...] he decidido pasar el testigo a un nuevo gestor por estimar que es lo más conveniente”. Pero, lo que se guardó es que la presión recibida desde distintos frentes a la vez (Gobierno, Economía, Banco de España, Fondo Monetario) pudo más que su aguante y sus deseos de continuar.
Precisamente, una de las exigencias del Banco de España (BE) fue que descargara el peso político del equipo gestor y lo hiciera más profesional, algo que compartía su antiguo subordinado Luis de Guindos, hoy ministro de Economía, quien no creyó hasta el último momento que fuera a irse. No obstante, resultó un alivio para él y para el Gobierno, que no sabían cómo sacarse el problema de encima siendo uno de los suyos.
Rato, seguramente, entendió que la exigencia iba directamente a él por no haber acertado en la formación del equipo y no haber conseguido enderezar la nave, por lo que decidió precipitar su salida. Quizá todo se resume en que cometió dos errores de bulto: fusionar dos entidades con muy graves problemas (Caja Madrid y Bancaja) para entrar en el club de los grandes y crear un comité de dirección con muchos políticos y pocos expertos financieros. “Que Rato fuera político no era problema, lo era que no supo crear un buen gobierno corporativo”, apunta un observador del sector que añade: “Caja Madrid era asequible sin Bancaja, pero la ambición por ser grande lo cegó”.
A los 63 años (los cumplió el 18 de marzo) este hombre aún tiene recorrido, aunque después de sus abandonos abruptos de la política y de la banca, parecía difícil buscarle ubicación, por lo que ha sorprendido su pronta reubicación en Telefónica como asesor y tras pasar como imputado por la Audiencia Nacional por el caso Bankia.
Comenzó en política en 1979, en la Alianza Popular creada por Manuel Fraga. Después, convertido ya en PP, fue un peso pesado del grupo en la oposición y se convirtió en uno de los delfines del patriarca gallego hasta que este eligió primero a Antonio Hernández Mancha, a quien se enfrentó, y después a José María Aznar, con quien compartió ideario. En 1996, Aznar le dio la cartera que había sido de su bisabuelo y, además, una vicepresidencia; pero, cuando todo apuntaba que era el candidato para sustituirle al frente del partido en 2004, aquel eligió a Mariano Rajoy.
Rato trató de superar el zarpazo. Aceptó ir de segundo en la lista de Madrid; pero ya entonces tenía el compromiso de Rajoy de apoyarle para dirigir el FMI. El PSOE lo respetó y también le apoyó. Asumió el cargo en mayo de 2004. Pero se cansó a los tres años y cuatro meses. Volvió “por motivos personales”, aunque algunos cercanos, como Aznar, sostuvieron que era “por aburrimiento” y otros críticos, como Luis Ángel Rojo, porque quizá “vio venir lo que se le venía encima”. El caso es que entonces empezaban a estallar casos, como el rescate que hizo el banco Bear Steams de dos fondos en quiebra por culpa de las hipotecas basura, en lo que empezaba a ser el principio de la actual crisis y que el FMI no había previsto.
Tanto el PP como el PSOE afearon su conducta, agravada por el hecho de que recibía una pensión vitalicia. El regreso se interpretó como un intento de rescatar al PP tras la derrota de 2004. Rato lo descartó categóricamente. Se dedicó a tareas de asesoramiento, mejor remuneradas. Lazard Brothers, Santander y La Caixa, le hicieron asesor.
Hasta que llegó la hora de hacerse banquero. La reordenación financiera le dio la oportunidad, en enero de 2010, de presidir Caja Madrid apoyado por el aparato del PP, ya que Esperanza Aguirre quería colocar a su vicepresidente, Ignacio González. También se habló de Guindos. Luego llegó el crecimiento a base de sumar activos. Pero muchos de ellos eran tóxicos.
* Este artículo está basado en un perfil realizado en mayo tras la dimisión de Rato de Bankia.
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