¿Triunfo de los que se equivocan?
El Gobierno de Obama se ha equivocado en algunas cosas, pero los republicanos en todo
En estas semanas de cierre de campaña, cada bando quiere hacernos creer que tiene las ideas idóneas para arreglar una economía todavía achacosa. Por eso, esto es lo que necesitan saber: si se fijan en el historial, el Gobierno de Obama se ha equivocado en algunas cosas, principalmente porque era demasiado optimista respecto a las perspectivas de una recuperación rápida. Pero los republicanos han estado equivocados en todo.
En cuanto a ese optimismo fuera de lugar: en un pronóstico ahora famoso de enero de 2009, los economistas que trabajaban para el Gobierno entrante predecían que a estas alturas habríamos dejado atrás la mayoría de los efectos de la crisis financiera y que la tasa de paro estaría por debajo del 6%. Evidentemente, eso no ha sucedido.
¿Por qué se equivocó el Gobierno? No fue por una fe exagerada en el poder de su plan de estímulo; en el informe se predecía una recuperación bastante rápida incluso sin estímulo. En lugar de eso, la gente del presidente Obama no apreció algo que ahora es de sentido común entre los analistas económicos: las crisis financieras severas infligen un daño económico continuado, y se tarda mucho tiempo en recuperarse.
Naturalmente, esta misma observación ofrece una excusa parcial para la prolongada debilidad de la economía. Y la pregunta que deberíamos hacernos teniendo en cuenta esta desagradable realidad es qué políticas ofrecen más posibilidades de arreglar el daño. El bando de Obama defiende un papel activo del Gobierno; su última propuesta económica importante, la Ley sobre Trabajos Estadounidenses, pretendía acelerar la recuperación manteniendo el gasto público y poniendo dinero en manos de la gente con más probabilidades de usarlo. Los republicanos, por otro lado, insisten en que el camino hacia la prosperidad pasa por unos profundos recortes del gasto público. Y los republicanos se equivocan por completo.
Los republicanos insisten en que el camino hacia la prosperidad pasa por profundos recortes del gasto público
La última demostración devastadora de ese desatino nos viene del Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de publicar sus Perspectivas de la Economía Mundial, un informe que combina la proyección a corto plazo con un revelador análisis económico. Este informe es un documento desalentador y preocupante que nos dice que la economía mundial está significativamente peor de lo previsto y que el riesgo de que se produzca una recesión mundial está aumentando. Pero el informe no es solo pesimista; contiene un análisis pormenorizado de las razones por las que las cosas van tan mal. Y la conclusión a la que llega este análisis es que una parte desproporcionada de las malas noticias provienen de países que persiguen la clase de políticas austeras que los republicanos quieren imponer a Estados Unidos.
Vale, no lo dice exactamente con esas palabras. Lo que el informe dice de hecho es: “La actividad a lo largo de los últimos años ha decepcionado más en las economías con planes de consolidación fiscal más agresivos”. Pero viene a significar lo mismo.
Y es que los líderes republicanos se han aferrado al punto de vista de que recortar el gasto en una economía deprimida —“consolidación fiscal”, en la jerga del FMI— es bueno, y no malo, para la creación de empleo. Poco después de las elecciones de mitad de mandato, la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes emitió un manifiesto sobre política económica —titulado Gasta menos, debe menos, haz que la economía crezca— que exigía realizar inmediatamente grandes recortes en el gasto y despreciaba la idea de que la consolidación fiscal (sí, empleaba los mismos términos) podía agravar la recesión económica. “Los efectos no keynesianos”, declaraba el manifiesto, lo arreglarían todo.
Bueno, resulta que eso no es ni mucho menos cierto. Lo que el FMI muestra es que los países que más han recortado el gasto son también los países que han experimentado las recesiones económicas más profundas. De hecho, las pruebas indican que el Partido Republicano se equivocaba completamente al rechazar el punto de vista habitual de que los recortes del gasto perjudican a la economía a corto plazo. Los últimos recortes del gasto parecen haber hecho incluso más daño de lo que la mayoría de los analistas —incluso los del propio FMI— preveían.
Si Romney gana las elecciones, los republicanos considerarán que sus ideas se han visto reivindicadas
Y eso nos lleva a la pregunta sobre la forma que adoptará la política económica después de las elecciones. Si Obama gana, presumiblemente volverá a defender un estímulo moderado, encaminado a convertir la recuperación gradual que parece haberse iniciado en una vuelta más rápida al pleno empleo.
Sin embargo, los republicanos se ciñen a una doctrina económica que ha demostrado ser falsa, y de hecho desastrosa, en otros países. Tampoco es probable, a juzgar por la experiencia, que cambien de punto de vista. Al fin y al cabo, los hechos nunca se han interpuesto en el camino de la ortodoxia republicana en ningún otro aspecto de la política económica. El partido sigue oponiéndose a una regulación financiera efectiva a pesar de la catástrofe de 2008; sigue obsesionado con los peligros de la inflación a pesar de los años de falsas alarmas. De modo que no es probable que renuncie a sus opiniones políticamente convenientes respecto a la creación de empleo.
El caso es que si Mitt Romney gana las elecciones, el Partido Republicano seguramente considerará que sus ideas económicas se han visto reivindicadas. En otras palabras, es posible que cosas políticamente buenas estén a punto de pasarles a unas ideas muy malas. Y si la cosa acaba así, los ciudadanos estadounidenses pagarán el pato.
Paul Krugman es profesor de Princeton y premio Nobel de 2008.
© New York Times Service 2012.
Traducción de News Clips.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.