Turquía, hacia un ajuste saludable
Las autoridades turcas han manejado, en buena medida, el aterrizaje suave
Recientemente, dos agencias de rating han apuntado la posibilidad de mejoras de la calificación de Turquía hacia el grado de inversión. Paradójicamente, esto coincide con la desaceleración de la economía mundial y la todavía incierta resolución de la crisis de deuda europea.
Turquía no escapará a la desaceleración del crecimiento europeo, y su ritmo de avance será este año menos de la mitad del experimentado en los últimos dos años. Las previsiones apuntan a un crecimiento económico este año cercano al 3,5%.
¿Cuáles son entonces las razones de fondo para este renovado optimismo? Existen al menos dos. La primera es que el ajuste era necesario y saludable tras dos años de crecimiento excesivo. La segunda es que la desaceleración es el resultado de un cambio sustancial de la política económica y no tanta consecuencia de la exposición turca a la economía europea. Así, este aterrizaje suave ha sido parcialmente manejado por las autoridades turcas.
El giro en la política económica se produjo en el último trimestre del pasado año, cuando el déficit por cuenta corriente alcanzó el 10% del PIB, la inflación comenzó a acelerarse por la depreciación de la lira turca —superando el 10%— y el crédito al sector privado mostró tasas de crecimiento superiores al 30%. Ante ello, el Banco Central comenzó a endurecer las condiciones crediticias y a elevar sustancialmente el tipo de interés.
El Gobierno ha tomado medidas estructurales para reducir el déficit por cuenta corriente
La política del Banco Central se ha visto acompañada por un conjunto de medidas estructurales para reducir el déficit por cuenta corriente, verdadero talón de Aquiles de la economía. Estas están destinadas a reducir la dependencia energética y aumentar la baja tasa de ahorro del sector privado. Además, las autoridades continúan promoviendo un proceso de sustitución de exportaciones, destacando el aumento de las que tienen como destino los países de Oriente Próximo. Pasará un tiempo hasta que tengan efecto, pero la señal enviada a los mercados de que se están tomando medidas para atajar el problema ha coincidido con una mayor estabilidad del tipo de cambio.
Las intenciones han comenzado a verse acompañadas por los datos. El ajuste del déficit por cuenta corriente ha superado las expectativas de los analistas y cerrará el año en niveles cercanos al 7%, el crédito al sector privado se ha moderado notablemente y la inflación esperada para final de año se acercará más, aunque seguirá superando, al objetivo del Banco Central.
Todo ello ha alimentado el mayor optimismo de las agencias de calificación sobre Turquía, una de las economías en nuestra lista de países emergentes con mayor potencial o eagles. Sin embargo, el margen para la complacencia es limitado. El déficit por cuenta corriente continúa en niveles elevados y su financiación es todavía sensible a cambios en un entorno financiero internacional aún incierto.
Álvaro Ortiz Vidal-Abarca es economista jefe de Economías Emergentes Transversal de BBVA
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