El Bundesbank se queda solo
La compra de bonos propuesta por el presidente del BCE encaja con las posiciones de Angela Merkel a pesar de la oposición del presidente del banco central alemán
Cuando el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, reconoció el pasado jueves que una de las 23 voces en su Consejo de Gobierno se había opuesto a la eventual reactivación del programa de compra de bonos soberanos de países en crisis, todo el mundo pensó en Jens Weidmann. El presidente del Bundesbank, el banco central alemán, ha criticado repetidamente las intervenciones del BCE en los mercados secundarios para reducir el coste de la deuda española e italiana. Después de la rueda de prensa de Draghi, posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, en el entorno del BCE se dijo que ese órgano, que dicta la política monetaria en la zona euro, quería haber anunciado medidas más ambiciosas, pero terminó aguándolas por la presión de Weidmann.
El Bundesbank rebate ahora que su presidente, jefe del banco central más poderoso de la Unión Monetaria, se encuentre aislado entre sus pares. Pero 21 de los 22 miembros del Consejo se alinearon con Draghi, incluidos los jefes de los bancos centrales tradicionalmente aliados con el Bundesbank, como los de Finlandia, Países Bajos o Luxemburgo. Incluso el alemán Jörg Asmussen, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y hasta 2011 secretario de Estado de Hacienda, dejó plantado a Weidmann.
Draghi dijo el jueves que el BCE solo comprará deuda de los países más azotados por la crisis cuando estos soliciten formalmente la ayuda de los fondos europeos de rescate. Esta posible acción concertada entre el BCE y el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) o su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), obligará a los países beneficiarios a aceptar más condiciones. Una estrategia que no disgusta en Berlín porque no contradice la postura de la canciller Angela Merkel y su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble. Ambos democristianos (CDU) han insistido en que no habrá prestaciones sin contrapartidas en la lucha contra la crisis.
Una de las cuestiones abiertas es si el programa seguirá siendo limitado, como lo fue el verano pasado, o se anunciará una intervención masiva e ilimitada hasta reducir los intereses a niveles aceptables. Este es un punto fundamental para los críticos alemanes. La compra limitada de deuda ya levanta ampollas entre los economistas próximos a las tesis de Weidmann, pero la posibilidad de que se anuncien compras ilimitadas es un verdadero anatema en el Bundesbank.
Merkel y Schäuble, que siguen de vacaciones, mantienen la cautela, pero en el Ministerio de Hacienda no se oculta cierta satisfacción por el anuncio de Draghi. Con los jefes fuera del radar mediático, el ministro de Economía, Philipp Rösler, del partido liberal FDP, se encarga estos días de recordar que “la compra de bonos es una de las posibilidades del BCE dentro de su independencia”.
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