Con la mirada en el Pacífico
El crecimiento de la región depende cada vez menos de EE UU y de Europa, y más de China y de los países del Asia emergente
El dinamismo de China y el resto de Asia emergente ha representado una buena oportunidad para el comercio de muchos países de Latinoamérica, cuya economía depende cada vez menos de sus vínculos con Estados Unidos y Europa. “El apetito chino por materias primas, alimentos y energía ha estimulado el crecimiento de la región y ese fenómeno explica en gran parte la resiliencia de América Latina frente a la crisis subprime y a sus coletazos en la Unión Europea”, explica el investigador chileno Osvaldo Rosales, director de la División de Comercio Internacional e Integración de la CEPAL de Naciones Unidas.
El economista explica que, en un lapso reducido, ha cambiado la importancia relativa de los socios comerciales de Latinoamérica. Si a finales de los noventa, un 60% de las exportaciones de la región tenían como destino Estados Unidos, una década después disminuyó a un 40%. Un fenómeno similar se produjo con la participación europea, que cayó de un 20% a un 13% entre 1989 y 2009. China, en cambio, ha ido ganando espacio: si a inicios de los noventa solamente un 1% de los productos latinoamericanos llegaban al país asiático, esta cifra ha aumentado sostenidamente hasta alcanzar un 8%. “Según las proyecciones, China podría superar a la Unión Europea en 2014 y pasar a ser el segundo mayor mercado para las exportaciones de la región”, señala Rosales.
El polo dominante de las relaciones se ha desplazado al Océano Pacífico
En la región existe el convencimiento de que “el polo dominante de las relaciones internacionales, que alguna vez pasaron por el Mediterráneo y luego por el Atlántico, hoy en día se han desplazado hacia el Pacífico”. Lo explica Fernando Reyes Matta, exembajador chileno en China (2006-2010): “El orden internacional emergente ha trasladado su eje clave de coordinación y ese nuevo escenario se hace evidente con la crisis europea. Alrededor de 2020 China pasará a ser la primera potencia económica mundial, y eso determinará un diálogo clave entre las dos orillas del Pacífico”, señala Reyes Matta, director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China de la Universidad chilena Andrés Bello.
Aunque China y el resto de Asia emergente se convirtieron en socios importantes de la Latinoamérica en las últimas dos décadas, existen diferencias entre los países de la región. De acuerdo con los informes de la CEPAL, las exportaciones a China se concentran en América del Sur. En 2008, por ejemplo, el país asiático se convirtió en el principal mercado de destino para Brasil y Chile, y en el segundo para Argentina, Costa Rica, Cuba y Perú. “El peso de México y Centroamérica, sin embargo, es relativamente reducido. Para esos países, con excepción de Costa Rica, China sigue siendo un mercado poco explorado. Es lo que explica que, en su conjunto, Latinoamérica haya registrado un déficit comercial respecto de ese país”, dice Rosales.
China sigue siendo un mercado poco explorado por los países latinos
El comercio entre uno y otro lado del Pacífico no es equivalente: los países latinoamericanos no son grandes interlocutores comerciales para Asia emergente. Por ejemplo, solamente el 5% de las exportaciones y las importaciones totales de China se dirigieron a la región. Esto representa un desafío importante para Latinoamérica: “Los empresarios deben aprovechar los tratados de libre comercio, viajar a Asia, ver dónde son competitivos, darse cuenta de que estamos hablando de un mercado no pequeño y anticiparse. La clase media china, de la que hoy se habla mucho, fluctúa entre un 10% y un 20% de la población, es decir, entre 130 a 260 millones de personas. Es la razón por la que se debe detectar cuál va a ser su patrón de consumo y qué se le puede vender a este grupo que va a tener poder adquisitivo”, señala Patricio Meller, investigador chileno de la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN).
Los ojos puestos en Sudamérica
El primer ministro de China, Wen Jiabao, realizó su primera gira a Sudamérica entre el 20 y el 26 de mayo, con el objetivo de profundizar la relación estratégica de su país con la región y entregar una señal tranquilizadora respecto de algunos problemas que ha comenzado a presentar el comercio entre ambas orillas del Pacífico.
Luego de participar en la cumbre ambiental Río+20 en Brasil, viajó primero a Montevideo y después a Buenos Aires, donde anunció que su Administración iniciará estudios de factibilidad para evaluar una zona de libre comercio entre el Mercosur y China. Lo dijo acompañado de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, en una videoconferencia con la jefa de Estado brasileña, Dilma Roussef, y el gobernante uruguayo, José Mújica.
La gira del primer ministro chino culminó en Santiago de Chile, donde propuso la creación de un foro de cooperación de alto nivel entre Latinoamérica y el Caribe. El primer ministro dijo que era necesario un mecanismo de diálogo periódico con los cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y que la primera reunión debía realizarse en 2012.
En la capital chilena, además, Wen Jiabao lanzó un documento que examina las tendencias en materia de comercio e inversión y reconoce que China exporta a la región bienes manufacturados, mientras que América Latina y el Caribe, por su parte, les venden materias primas principalmente.
El primer ministro dijo que su país no persigue el superávit comercial, sino que busca mantener un comercio balanceado, aumentando en el futuro la importación de productos de mayor valor agregado.
Gobiernos y especialistas latinoamericanos, además, mantienen abierta una discusión respecto de la asimetría en el grado de elaboración de los productos que se comercializan entre ambas regiones. Porque mientras América Latina exporta materias primas, Asia emergente envía bienes con mayor valor agregado y tecnología incorporada. “No obstante el beneficio en el corto plazo, existe también preocupación”, reconoce Rosales. “Esto dificulta la mayor densidad del comercio, deja menos espacio para las inversiones conjuntas y limita una inserción más eficaz de los países de la región en las cadenas productivas de Asia Pacífico”, señala el investigador de la CEPAL.
Otra de las tareas pendientes, según coinciden los investigadores consultados, tiene relación con la necesidad de que Latinoamérica busque una negociación coordinada con los asiáticos. Hasta ahora, según señala Rosales, los esfuerzos de acercamiento latinoamericano han sido esporádicos e individuales.
El exembajador Reyes Matta recuerda que China dio a conocer en 2008 su primer documento de política sobre América Latina y el Caribe, y que ni UNASUR ni el Grupo de Río, ni la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha entregado una respuesta conjunta y sólida. “Cada cual construye su propia estrategia, con un fuerte acento bilateral”, indica el especialista. “Además, aunque en Asia hay un afán por entender el mundo occidental, desde este lado la relación sigue centrada en lo económico, sin advertir la urgencia de abrir diálogos en lo político, social y cultural”.
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