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El jefe de la aseguradora británica Aviva dimite por los sueldos de los ejecutivos

Un 54% de los accionistas de la aseguradora rechazaron la semana pasada los salarios

Sede de Aviva en Londres.
Sede de Aviva en Londres.BEN STANSALL (AFP)

Andrew Moss, consejero delegado de Aviva, la segunda aseguradora británica, ha presentado hoy su dimisión irrevocable después de que, la semana pasada, una revuelta de los accionistas rechazara con el 54% de los votos la política de salarios de los ejecutivos. Su marcha ha sido recibida con una eufórica subida de más del 5% en las acciones de la compañía en la Bolsa de Londres.

Es tan solo la cuarta vez que una compañía cotizada en el FTSE 100 ve rechazada su política de salarios desde que hace casi 10 años se ha de someter obligatoriamente al voto de la junta de accionistas. Los casos anteriores fueron Shell, Royal Bank of Scotland (RBS) y GlaxoSmithKline.

Desde la llegada de Moss al máximo cargo, la cotización en Bolsa ha caído en picado (de casi 800 peniques a 300) y en el último año las acciones han perdido un 50%

Pero la marcha de Moss no es tanto consecuencia de los elevados salarios de los ejecutivos como del contraste entre la evolución de estos y la evolución de la compañía. Desde la llegada de Moss al máximo cargo ejecutivo, la cotización en Bolsa ha caído en picado (de casi 800 peniques a 300) y en el último año las acciones han perdido un 50%, los ingresos un 19%, los beneficios un 16% y los dividendos un 16%. En contraste, la comisión de salarios proponía incrementar la remuneración de los ejecutivos.

Moss renunció durante la junta de accionistas a las 46.000 libras de aumento (57.000 euros) que le correspondían a él pero su oferta fue calificada de "una broma" por los accionistas rebeldes porque el salario base del consejero delegado es de 960.000 libras y alcanzó los 2,64 millones de libras (3,27 millones de euros) en 2011 una vez sumados todos los complementos, además de un plan de incentivos a largo plazo en acciones valorado en 3,39 millones de libras (4,2 millones de euros).

La rebelión en Aviva no parece un caso aislado. Moss es el tercer consejero delegado que cae en las últimas semanas debido al descontento de los accionistas con la política de remuneración de los directivos. La semana pasada dimitió Sly Bailey, consejera delegada de Trinity Mirror, y la semana anterior David Brennan, de la biofarmacéutica AstraZeneca.

Las revueltas afectan lo mismo a compañías desconocidas por el gran público (el 75% de los accionistas se rebelaron en la junta de la minera Central Rand Gold) como a buques insignia como Barclays (más del 30% censuraron la política de salarios del consejero delegado, Bob Diamond). Tanto a compañías tecnológicas como Immarsat (40% de disidencia) como a firmas de productos del hogar como Reckitt Benckiser.

No es, desde luego, un fenómeno exclusivamente británico. Wall Street sufrió una sacudida cuando más de la mitad de los accionistas de Citigroup rechazaron la política de remuneración. Otras rebeliones han afectado al banco suizo UBS y a la minera global Xstrata.

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