Miquel Lanna, materia gris tras el éxito de Nice Things
El empresario creó en los ochenta, con su esposa, la marca de moda Globe
Miquel Lanna (Barcelona, 1943) formó parte de uno de esos matrimonios que comparten casa y empresa. Empezó con la marca ochentera de moda juvenil Globe y volvía ahora a saborear las mieles del éxito a través de Nice Things, nacida en 1995 con señas similares. En ambas aventuras Lanna replicó el modelo de pareja. Dejó en manos de su esposa, Paloma Santaolalla, todo lo relacionado con el diseño, mientras él se sumergía en los números y tomaba las riendas de la gestión.
Así hasta hace unos meses, cuando dejó a un lado Intermalla —la sociedad que aglutina los negocios de la enseña— para combatir una larga enfermedad que acabó con su vida el pasado domingo, a los 68 años. “Fue un emprendedor y luchador sin límites, tanto con sus proyectos empresariales como con su vida”, señalaron personas allegados a Lanna a la agencia Efe.
Pese al éxito de sus marcas en los escaparates, Lanna prefirió la discreción y dio esquinazo a los focos. Incluso tuvo escasa presencia en los foros empresariales, a los que no dio mucho protagonismo para proyectar su empresa cuando las prendas de Globe causaban sensación entre el público adolescente.
En los primeros años noventa Lanna y su mujer decidieron desprenderse de la compañía, que vendieron al grupo portugués LV Trade, tras lo cual la marca fue desapareciendo paulatinamente de las calles.
Poco después, en 1995, se ponían de nuevo manos a la obra y creaban Nice Things. La familia Lanna Santaolalla perseguía una clientela similar pero adaptó los instrumentos a los nuevos tiempos y perfeccionaron su plan de negocio. Se desentendieron de la fabricación con planta propia, modelo que habían seguido anteriormente, y se lanzaron a un esquema deslocalizado y de alta subcontratación, en el que diseño y comercialización marcaban las prioridades, como en tantas empresas del nuevo textil que sobrevivió en los años noventa.
Lanna diseñó un nuevo modelo de comercialización para su segunda empresa, cuyo tamaño intentó limitar para no volver a repetir el caso de Globe, que murió al no poder controlar su éxito. Para hacerlo, además de prescindir de la fabricación propia, se centró en distintas fórmulas de distribución. Hoy no todas las tiendas de Nice Thing son de la familia. La red ha crecido también mediante franquicias y tiendas multimarca que le han situado en más de un millar de puntos de venta, acotando los riesgos de inversión para una empresa que tiene el objetivo de autofinanciarse y seguir siendo propiedad de la familia.
El grupo lanzó el año pasado una nueva línea de tiendas especializadas en niñas. Y ha iniciado también su desembarco en diferentes países europeos, como Francia, Grecia y Portugal. Pero la familia sigue obsesionada con controlar el tamaño de Intermalla. Su plantilla es de 40 personas y la facturación alcanzó los 22,1 millones de euros el pasado ejercicio. La compañía quedará ahora en manos de la esposa de Lanna y de sus hijos, entre ellos Paloma, apasionada de la moda y estudiante de dirección de empresas.
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