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Tribuna
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Vuelco en las previsiones del FMI

Las opciones de cambio de rumbo fiscal se limitan a los países del centro y norte de Europa, con sectores públicos saneados

Estamos en la época de las rebajas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece que quiere aprovechar la ocasión reduciendo la previsión de crecimiento de la economía española para este año desde un 1,1% estimado en septiembre último hasta una tasa negativa de -1,7%, y para el próximo, del 1,8% al -0,3%. Hay que subrayar lo de "parece", pues estamos hablando de una filtración no confirmada, no de datos ya publicados. Tampoco el recorte para la zona euro en su conjunto se queda corto: el 1,1% de crecimiento de septiembre se convierte ahora en un -0,5%.

La crisis financiera está provocando una restricción crediticia seria y la huida de capitales de Europa 

No le faltan razones al FMI para ponerse tan pesimista. La crisis financiera europea está provocando una restricción crediticia seria, y la huida de capitales de Europa (por eso se deprecia el euro), algo similar a lo vivido en 2008. La respuesta de los gobernantes europeos ha sido, por un lado, mantener, e incluso acelerar, los procesos de reducción de los déficits públicos, y por otro, adelantar las exigencias de más capital a los bancos, al tiempo que se les cambiaban las reglas del juego en cuanto a tener que valorar sus carteras de deuda pública a precios de mercado -con las consiguientes pérdidas contables, que conllevan más necesidades de capital-, todo ello encaminado a superar la desconfianza en su solvencia. Pero ambas medidas están provocando efectos contractivos sobre las economías: en el primer caso se contrae la demanda agregada, y en el segundo, los bancos se vuelven más remisos y más exigentes en la concesión de nuevos créditos. El resultado es la contracción de las economías, lo que actúa como un bumerán que dificulta la corrección de los déficits y se vuelve contra los resultados de los bancos, entrando así en un círculo vicioso de difícil salida.

Hasta tal punto la situación es comprometida, que el Banco Central Europeo ha tenido que dar créditos ilimitados a los bancos con vencimientos de hasta tres años (algo inédito hasta ahora) para evitar el colapso de alguna gran entidad por falta de liquidez para hacer frente a los vencimientos de su deuda, y de paso, intentar que algo de este dinero se filtre a las familias y empresas. De momento, donde parece que se está filtrando es hacia la financiación de la deuda pública, con los consiguientes éxitos en las colocaciones de las últimas emisiones y en la reducción de las primas de riesgo de países como España o Italia. Pero, con el tiempo, el presidente del Banco Central espera que también se anime la financiación al sector privado. Veremos. Ello dependerá, entre otras cosas, de si se lleva a cabo el saneamiento del sistema financiero europeo y se adoptan medidas de estímulo para el crecimiento y la creación de empleo, algo que, de momento, solo aparece en declaraciones de intenciones de algunos dirigentes europeos.

Es posible que la caída del PIB en el cuarto trimestre supere las tres o cuatro décimas estimadas

En este contexto, las opciones de cambiar el rumbo de la política fiscal se limitan a los países del centro y norte de Europa, con sectores públicos más saneados, algo que no vendría mal para el conjunto de la eurozona. Para España, dichas opciones son nulas. Por ello, y para contrarrestar sus efectos contractivos, además de sanear el sistema financiero, se deben llevar a cabo cuanto antes las reformas anunciadas y otras sin anunciar. De ello dependerá que la recesión de la economía española en 2012 sea algo menos dura que la prevista por el FMI y que 2013 pueda contemplarse también con mejores perspectivas.

Lo que no es una pura previsión, sino una dura realidad, es que la economía española entró en el último trimestre del pasado año en una tendencia inquietante. Esta semana se han conocido las cifras de negocios de la industria y los servicios de noviembre, cuya evolución en medias trimestrales se recoge, junto a la de otros indicadores, en los gráficos adjuntos. La media de octubre y noviembre de la cifra de negocios de la industria, a precios constantes, cayó un 15% anualizado sobre la media del trimestre anterior. La producción industrial de estos mismos meses también lo hizo en un 10%. Por su parte, la cifra de negocios de los servicios, en este caso a precios corrientes, se redujo un 8%. Es posible que la caída del PIB en el cuarto trimestre sea algo mayor que las tres o cuatro décimas que les adelantaba en esta página hace un par de semanas.

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