La fiebre del metro cuadrado sale a la calle
Diversos colectivos han convocado manifestaciones el sábado 24 a las cinco de la tarde en las principales ciudades españolas, con el fin de reivindicar el derecho a una vivienda digna para todos.
Todo comenzó por un e-mail. El correo, anónimo, se distribuyó espontáneamente y en cadena vía Internet durante los meses de abril y mayo de 2006. Un e-mail que hizo que miles de jóvenes se concentraran el 14 de mayo del año pasado en las principales ciudades del país con el lema "por una vivienda digna", cuando el crédito hipotecario crecía al mayor ritmo de los últimos doce años, y con él el endeudamiento de las familias. Desde entonces las manifestaciones han sido unas cuantas: la última, el pasado mes de diciembre, y la próxima, este mismo sábado.
Es una realidad que el acceso a una vivienda en España resulta cada vez más difícil. La escalada de precios de los últimos años -que ha hecho pasar de los 670,8 euros por m2 de vivienda libre de 1995 a los casi 2000 del año pasado, según datos del Ministerio de Vivienda- ha provocado que las familias alcancen cotas anteriormente no conocidas de endeudamiento, que incluso han llegado a llamar la atención de diversos organismos internacionales. El resultado es que los jóvenes tienen cada vez más dificultades para independizarse.
Por esta razón, diversos colectivos encabezados por la Plataforma por una Vivienda Digna y la Asamblea contra la Precariedad y por la Vivienda han convocado a "todos los ciudadanos" a manifestarse. La cita es el sábado 24 a las cinco de la tarde en las principales ciudades de toda España -ver tabla adjunta-.
Llamar la atención de los políticos
Tras las primeras manifestaciones, el movimiento ciudadano estaba creado, y a partir de éste comenzaron a surgir por todo el país diversos colectivos, que junto con otros grupos ya existentes configuraron, casi sin querer, lo que se conoce como "Movimiento por una vivienda libre". Todos ellos tienen objetivos y características comunes: son grupos de ciudadanos que dedican de manera altruista parte de su tiempo a estas asambleas o plataformas, se autogestionan, quieren evitar que este tipo de movilizaciones se instrumentalicen políticamente y se movilizan por el derecho a una vivienda digna para todos.
Para José Luis Carretero, portavoz de la Plataforma por una Vivienda digna, el principal problema es que "la política actual no está orientada a las necesidades de alojamiento, sino a la creación de una cultura de propiedad". Carretero se queja también del fraude inmobiliario y de los actuales sitemas de financiación utilizados en la gestión del suelo: "los municipios están utilizando el suelo para financiarse", afirma.
Reivindicaciones similares son las que hacen desde la Asamblea contra la Precariedad y por la Vivienda. Uno de sus miembros, Dani, se queja de "la especulación y de lo caros que están los pisos". Según él, los políticos no cumplen la Constitución, "por eso hay que salir a la calle y quejarse".
Tanto Dani como José Luis y el resto de ciudadanos que se movilizan en este tipo de convocatorias tienen un objetivo común: conseguir solucionar el problema de la vivienda en España. El sábado 24 todos ellos volverán a salir a la calle para intentar una vez más llamar la atención de los políticos y gobernantes. Y pretenden hacerlo sin banderas y sin partidos políticos que les condicionen.
No sólo jóvenes y no sólo sin casa
A pesar de que el movimiento se tiende a relacionar con los jóvenes, "no es sólo un 'rollo' de jóvenes o estudiantes". Según nos cuenta Dani, de la Asamblea contra la precariedad y por la Vivienda -al que le tocaba llevar el teléfono esta semana, ya que el móvil va rotando entre los miembros del colectivo como una manera de repartir responsabilidades-, "a las asambleas también acuden adultos y trabajadores". Algo en lo que coincide con José Luis Carretero, que afirma que "la implicación real siempre ha sido muy variopinta".
Y pese a lo que algunos podrían pensar, también muchos 'hipotecados' se unen a las movilizaciones y a las asambleas. "No queremos utilizar el movimiento para desprestigiar a los jóvenes que ya tienen piso: es una lucha de todos", nos cuenta Dani. A pesar de su juventud -25 años- y de su trabajo -"nadie se dedica exclusivamente a esto"- consigue dedicar unas 10 horas a la semana a la Asamblea.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.