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Detenidas 29 personas en Sevilla por un supuesto fraude fiscal de 15 millones de euros

Los detenidos, relacionados con el sector inmobiliario, cometieron un fraude en el IVA y en el Impuesto de Sociedades a través de facturas falsas

La Agencia Tributaria ha detenido a 29 personas en Sevilla y las localidades de Dos Hermanas, Camas, Utrera y Olivares que entre los años 1999 y 2002 habrían defraudado, a través de facturas falsas, cerca de 15 millones de euros (5 millones en IVA y los 10 restantes en Impuesto sobre Sociedades). Además de las detenciones, la operación se ha saldado con la intervención de 5 fincas y cerca de 30 vehículos.

Según ha informado el director general de la Agencia Tributaria, Salvador Ruiz Gallud, la trama descubierta contaba con un entramado de empresas interpuestas a las que se ha incoado expediente por delito fiscal, falsedad en documento mercantil y alzamiento de bienes.

Las investigaciones comenzaron hace ahora seis meses por parte de funcionarios de Inspección de Aduanas y ha permitido descubrir un fraude que se habría cometido entre 1999 y 2002, a través de facturas falsas, mediante las que se reducía de forma ficticia las cuotas a pagar por el IVA. A la vez, incrementaban los gastos a deducir por las empresas receptoras de las facturas y minoraban falsamente el beneficio a declarar en el Impuesto sobre Sociedades.

Empresas del sector inmobiliario

Los titulares de las empresas preparadas para defraudar mediante facturas falsas estaban relacionadas con el sector inmobiliario y de la construcción y, en muchos casos, existían relaciones personales y familiares entre ellos.

La forma de operar de los detenidos, un grupo de empresarios sujetos al régimen de estimación objetiva(módulos) en IRPF y al régimen simplificado en IVA, llevó al departamento de Inspección de la Agencia Tributaria ha descubrir divergencias entre la capacidad real de facturación de estas empresas y las facturas emitidas. Y es que, la infraestructura técnica, empresarial y laboral de estas empresas no permitía prestar los servicios u obras facturados.

Además, se trataba de un conjunto de sociedades de dudosa solvencia, administradas por personas interpuestas y cuya actividad era solo aparente. Estas empresas recibían las facturas a la vez que emitían otras nuevas, de manera que elaboran una cuenta de pérdidas y ganancias equilibrada que, en realidad, era una cuenta ficticia de una sociedad inactiva.

En el último escalón de la trama de facturas falsas estaban los destinatarios últimos: empresarios con una actividad económica real y comprobable, que mediante la adquisición de estas facturas falsas (a un precio obviamente irrisorio en relación con el importe de la factura) conseguían desgravarse el IVA y pagar menos por el Impuesto sobre Sociedades. Con estas operaciones se generaba un dinero que se derivaba hacia el circuito negro.

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