Adiós a la poetisa más grande

El otro día, en su Cracovia habitual, moría Wislawa Szymborska. ¿Tiene cabida la pérdida de una voz en una sección de cartas? Sería tan fácil de escribir. Bastaría con encadenar algunos de sus versos, sacados de aquí y de allá, para que quedara redonda. "La vida en la tierra sale bastante barata / por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo; / por las ilusiones, solo cuando se pierden". Se fue con esa muerte de la que decía no sabía encajar una broma, ni las funciones propias de su oficio, como cavar tumbas, que llegaba siempre con retraso, porque no podía llevarse lo ya vivido.

Se fue seguramente como le hubiera gustado, confundida entre un centenar de personas desconocidas, la mayoría indigentes, que ese día una ola de frío polar se llevó también. Su poesía fue siempre para ellos, para nosotros, no para epatar ni para academias, aunque la sueca la premiara con un Nobel. Una poesía no traicionada por los traductores porque se vertía con facilidad a cualquier idioma: como ella hablamos todos, o al menos con ella lo entendemos todo.

Cuando salgamos de esta crisis y tengamos que ocuparnos de asuntos más trascendentes llegará el momento de preguntarse "¿Y ahora qué, cómo vivimos la vida que nos queda?". Ella ya no estará para ayudarnos con su lucidez y su ironía, pero nos habrá dejado sus palabras. Corran a buscarlas para estar preparados.