Roma, naufragio de nieve
El alcalde intenta disfrazar la inoperancia municipal acusando a Protección Civil
El alcalde de Roma es un hombre con la nieve al cuello. Su último exordio para contrarrestar los efectos del temporal de nieve ha resultado ridículo: los niños y las mujeres, que se queden en casa; los hombres, a la calle con palas... Además, en un intento de disfrazar la inoperancia municipal, Gianni Alemanno ha acusado a Protección Civil de no haber avisado a tiempo de la magnitud de la nevada. Ya hay quien sostiene que está fuera de control: "Como un Schettino cualquiera frente a su naufragio, el alcalde pierde la cabeza".
La comparación con Francesco Schettino, el capitán del Costa Concordia, pertenece al diario La Repubblica, pero basta bajar a la calle para advertir que Roma es una ciudad abandonada a su suerte por las autoridades municipales. Esto último, que no es una novedad, llama más la atención ahora. Las máquinas quitanieves -¿existen?- no funcionan, el ya deficiente transporte público está bloqueado en un 75% y la policía municipal, un elemento decorativo en circunstancias normales, ahora sencillamente ha desaparecido.
El regidor llegó a pedir el despliegue del Ejército tras rechazar toda ayuda
Ante tal evidencia, el alcalde Alemanno ha optado por la vieja y socorrida táctica de echar la culpa a otros. En este caso, al jefe de Protección Civil, Franco Gabrielli. "No es momento de entrar en polémicas", dice en un vídeo, "pero no avisó a tiempo, dijo que las precipitaciones serían de 35 milímetros... Voy a abrir una investigación". Gabrielli, el jefe de Protección Civil, le responde: "Soy un hombre de las instituciones y por eso siento una amargura infinita. Para protegerse, para ocultar sus responsabilidades, el alcalde está dispuesto a destruir el trabajo y la credibilidad de todo el sistema de Protección Civil. Es increíble".
En un intento de defender su honra, desde Protección Civil se filtra, minuto a minuto, la actitud -primero arrogante y tibia, desesperada al final- del alcalde ante el temporal. El jueves, a las 19.30, Alemanno es convocado a una reunión con los jefes de Protección Civil. En el encuentro también participan las autoridades de la provincia de Roma y de la región del Lazio. Los meteorólogos prevén precipitaciones de 35 milímetros de agua entre el viernes y el sábado. Aunque añaden: si la temperatura es bajo cero, el agua se transformará en nieve y los 35 milímetros en 35 centímetros. Según las fuentes de Protección Civil, el alcalde no se toma en serio la amenaza de temporal y, cuando le advierten de la necesidad de pedir ayuda a otras instituciones italianas, la rechaza: "Hay un plan. No necesito nada". No obstante, para curarse en salud, ordena la suspensión de las clases escolares durante el viernes y el sábado -cierre que más tarde se amplía hasta el lunes-.
El tono relajado del alcalde la noche del jueves se convierte en desesperado 24 horas después. La nieve, que empezó a caer con fuerza al mediodía del viernes, sigue cubriendo la ciudad, las temperaturas bajan, los vehículos empiezan a quedar aprisionados... A las 20.00, Alemanno llama al jefe de Protección Civil y le pide máquinas quitanieves, desconociendo que Protección Civil no dispone de ellas. A las 23.00, vuelve a telefonear a Gabrielli, cada vez más alarmado: "Necesito 50 toneladas de sal". La siguiente llamada es la de la desesperación: "¡Mándeme al Ejército!".
El sábado, Roma ya se ha convertido en una bella trampa de nieve. El centro histórico es una delicia porque hasta allí no llegan los coches, el silencio -ese manjar tan raro- cubre las calles sin tráfico y la única tarea de los muchachos y los turistas es construir muñecos de nieve. Pero en los barrios y en las carreteras circundantes la situación no es tan idílica. Miles de automovilistas se quedan atrapados durante horas esperando una pala o unos kilos de sal que jamás llegan. Dos vagabundos mueren de frío y las ambulancias apenas pueden llegar a las emergencias porque muchas calles principales siguen cortadas por la nieve, el hielo o las ramas. El alcalde empieza a mandar vídeos cada vez más desesperados en los que pide a los ciudadanos que no salgan de casa, que le echen una mano... Es el "sálvese quien pueda" al que tan habituados están los italianos cuando la ayuda tiene que venir de lo público.
Un "sálvese quien pueda" que se intenta combatir con humor. En la red social Twitter aparece una cuenta falsa del alcalde Alemanno. Uno de los primeros mensajes es una caricatura muy acertada: "Emergencia de nieve: abandonad la ciudad. Yo ya estoy en Milán". Un mensaje ni de lejos tan surrealista como el que, en serio y por televisión, lanza el Gianni Alemanno de verdad. Tras una simple nevada, el alcalde de una ciudad como Roma ruega a sus conciudadanos: "Las mujeres y los niños que se queden en casa. Los hombres, con las palas en las manos".
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