El Prado en primer plano
Siempre resulta sorprendente, y digna de elogio, la capacidad de ciertas instituciones culturales de alto copete a la hora de generar noticias, noticias de amplio calado coronadas por sonoros titulares. El Museo del Prado, a cuyos responsables no parece afectarles el peso de casi dos siglos de historia, se empeña en ese noble arte -nunca mejor dicho- de reinventarse sin pausa, manchar páginas y páginas de periódicos y protagonizar algún que otro segmento final de telediarios (hazaña donde las haya).
Y en esto, desde los talleres de restauración del Prado salió catapultada el miércoles el notición: el museo albergaba una copia de La Gioconda ejecutada por un pupilo de Leonardo da Vinci que la pintó, según los expertos de la pinacoteca, al mismo tiempo que el maestro daba forma al retrato más famoso del mundo, inquilino eterno del Louvre.
La réplica había colgado años y años en las paredes del Prado, pero un antipático e inexplicable fondo negro le había robado todo protagonismo. Limpiado el cuadro, la noticia se hizo carne y dio la vuelta al mundo: el Prado volvía a protagonizar titulares planetarios. Un museo, de nuevo en las portadas del papel y de Internet. Una buena noticia, además, sacando la cabeza entre la marea de disgustos informativos que cada mañana nos ahoga a la hora del desayuno.
En tiempos así, crudos y temibles, cuando la crisis nuestra de cada día impone su ley, un museo puede entonar dos profesiones de fe bien distintas. O: "Aquí me quedo, quietito y a resguardo hasta que escampe", o: "Vamos allá, al toro por los cuernos". Lo primero suele traer disgustos. Como ocurre en el fútbol, la estrategia del avestruz y de la defensa numantina acaba saliendo mal. Lo segundo, si se gestiona bien, permite que los lamentos se conviertan en alegrías. Miguel Zugaza, el director del Prado, ha visto que hay tormenta pero aun así, ha decidido salir a jugar.
A jugar fuerte. ¿Crisis? Abro un día más el museo (una medida que es de agradecer y que va a proporcionar al Prado un subidón en las cifras anuales de asistencia y, a la larga, un subidón también en la aceptación popular de la institución). ¿Crisis? Presento en sociedad otra Gioconda. Y a triunfar.
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