"A la canción 'Amo a Laura' no le debo nada"

¿Pinchar, tocar, componer o actuar? Mi tarea en el estudio consiste en cinco procesos que se desarrollan casi al unísono: visualizar, componer, tocar, grabar y producir. Los cinco confluyen armónicamente en una sola que es la que me hace feliz, casi como una droga.

¿Cómo pasa uno de ser tan tímido que no quiere tocar en directo a presentarse a Eurovisión? Suelo hacer este tipo de cosas de corazón, sin pensar... Cuando vi que TVE abría la posibilidad de ir a Eurovisión, me imaginé allí cual France Gall en 1965.

"Personalmente, física y emocionalmente, fue una mala experiencia", dijo después. Pillé una neumonía complicada y me quedé acojonado durante meses... El viaje de vuelta de Madrid a Barcelona conduciendo solo la furgoneta con 40 de fiebre y con pinchazo incluido lo viví como el fin del mundo.

¿Qué significó para usted ganar un Goya por el tema 'Yo también'? Pasar muchos nervios y estar a punto de pillar una segunda neumonía. Al margen de eso, una inmejorable oportunidad para hacer felices por un instante a las personas que me rodean y me quieren.

En la ceremonia agradecía a sus padres "haber respetado su intimidad". Asumo que la mayoría de padres quieren mucho a sus hijos, desean lo mejor para ellos y les intentan proteger y verles reír. Pero no conozco a muchos que hayan mostrado un absoluto respeto por no interferir ni en el espacio ni en las decisiones ni en el mundo interior de sus hijos.

¿A qué campaña publicitaria diría usted que no? A la mayoría.

¿Cuál no imaginaríamos nunca que ha hecho? Creo que ninguna.

Al principio, La Casa Azul era un grupo virtual. Daban la cara modelos en las fotos y vídeos ¿Sabe qué fue de ellos? ¡Pues claro! No eran modelos, eran amigos... Lo seguimos siendo.

¿Existe la Polinesia meridional? ¡Claro que existe! Se parece un poco al fin del mundo.

¿Cuánto le debe a 'Amo a Laura'? Nada.