Giro estratégico
Rajoy mantiene el compromiso de déficit pero se vuelca en la negociación de un nuevo calendario
La reunión de Mariano Rajoy con la canciller alemana, Angela Merkel, y la comparecencia de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, en el Congreso han contribuido a aclarar, siquiera mínimamente, cuál es la estrategia económica que prepara el Gobierno para hacer frente a la peligrosa situación de la economía española, aquejada a un tiempo de dudas sobre la solvencia de su deuda y de una recesión que dejará 5,4 millones de parados en 2011, según adelantó ayer Montoro. La canciller mantiene públicamente su decisión de exigir fuertes ajustes presupuestarios y el presidente español mantiene, también públicamente, que su compromiso con el cumplimiento del objetivo de déficit en 2012 (4,4%) es total, a pesar de su casi imposible cumplimiento. Pero está claro que el Gobierno busca una negociación para que Bruselas acepte un nuevo calendario de cumplimiento del déficit. Si el aplazamiento se consigue, habría margen para estimular la demanda de consumo y de inversión y favorecer la creación de empleo.
La estrategia es arriesgada, puesto que la política económica autónoma (el estímulo del empleo) queda pendiente de la decisión de Bruselas. Pero tiene alguna oportunidad de éxito si se tiene en cuenta la presión para que la eurozona aplique una política económica menos fundamentalista. No hay por qué descartar que Alemania ceda algún milímetro en favor de planes específicos de estímulo de la demanda; pero, aunque eso fuera así, tales planes siempre quedarían subordinados a la aplicación en primer lugar, y con resultados demostrados, de ajustes presupuestarios y de reformas en los mercados laboral y financiero. Aquí es donde empiezan las dudas.
Si el Gobierno se declara partidario de mantener el objetivo del déficit, difícilmente puede entenderse ese empecinamiento en negar nuevas subidas de impuestos. Dicho sea en términos de racionalidad económica; porque en términos de racionalidad política, casi todo puede explicarse por la fecha de las elecciones andaluzas. Lo que antes era para anteayer, ahora se demora hasta finales de marzo. Si la reforma laboral era urgente y la pieza clave de la recuperación económica, ya debería estar redactada y aprobada. Y lo mismo cabe decir de la nueva vuelta de tuerca a la reforma financiera, en este caso con mayor razón, porque recuperar el crédito es vital para frenar la destrucción de empleo.
El apoyo de la canciller Merkel a las "reformas" españolas (hasta ahora el nuevo Gobierno no ha aprobado ninguna, porque los recortes presupuestarios y la subida de impuestos no son reformas) es puramente protocolario. Las reformas están sin hacer y quizá sin esbozar. Incluso contando con que se conocerán puntualmente las que Rajoy considera importantes, el Gobierno sigue sin concretar su plan de reactivación. Si pretende crear empleo con migajas de reducciones tributarias en sociedades o ventajas de menor cuantía en otros impuestos, con algo parecido a lo que ayer prometió el ministro de Hacienda, la probabilidad mayor es de fracaso.
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