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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Quién nos protege de los jueces?

Alguien (o un grupo de personas) con un poder inmenso en este país ha decidido que hay que acabar con la carrera del juez Garzon, así, por las buenas. Poco importan su prestigio internacional, y el respeto que se ha ganado entre los ciudadanos como uno de los pocos baluartes, si no el único, que se alza al servicio de la justicia en nuestro país. ¿Cómo es posible que un puñado de corruptos, pillados en el momento de cometer un delito, en connivencia con sus abogados, puedan acusar al juez que los investiga?, ¿dónde están las "garantías procesales" de la sociedad estafada por estos individuos?, ¿cómo es posible que las formalidades jurídicas prevalezcan sobre el espíritu de la ley?

Por no hablar de la Memoria Histórica. En este tema la consternación alcanza a todo el mundo civilizado: que una manera determinada de instruir un sumario, que es avalada por prestigiosos juristas, dentro y fuera del país, se convierta en un delito de prevaricación, suena a broma de mal gusto, si no fuera, porque se trata de una burla macabra, y una falta de respeto a los cientos de miles de víctimas de una dictadura sangrienta.- Rafael Jiménez Toboso. Tomares, Sevilla.

La trama más grande de financiación ilegal que destila el caso Gürtel juzga estos días al juez Garzón. Los intereses económicos y de desfalco son tan grandes, que a toda costa interesa desactivar todo avance en las investigaciones, no vaya a ser que se tire más de la manta y se descubran nuevos colaboradores y chorizos con marchamo. A la vista de estas actuaciones, al ciudadano no le queda mayor sospecha de aseverar que estamos en manos de tribunales políticos que actúan al dictado de aquellos que les dan de comer, a los que son colocados en puestos de relevancia y a algunos que siendo "más que amigos" neutralizarán cualquier osadía que fundamentada en derecho sirva para evidenciar cómo algunos viven a costa del desfalco galopante y continuado que se propina con sus sinvergonzonerías a los intereses y arcas públicas.

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Eso sí, cuando el país no tiene ni para pagar la calefacción de los colegios, siempre daremos por bueno cualquier dispendio faraónico que comande el cacique de turno, a costa de subir impuestos a los asalariados y permitir más y mayores dispendios. La justicia española está bajo mínimos en su formación humanística, relevancia y efectividad.- Mario Fernández Bravo. Madrid.

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