Chuck Norris en el césped

El Barça volvió a derrotar al Real Madrid en el Bernabéu, como es costumbre desde que Mourinho entrena al equipo blanco. Tras el bofetón deportivo, Iker Casillas, portero madridista, emitió una declaración de urgencia: "No nos tienen comida

la moral". Es un alivio, porque quien tenga que comerse la moral (profesional) de Pepe, el central del Madrid, corre grave riesgo de intoxicación alimentaria. Pepe es ese defensa clavado a Cráneo Rojo, el malvado de Capitán América, o al pérfido Skeletor de los He-Man que suele devastar los campos de fútbol cuando pierde el frágil dominio de sus nervios. En el partido del miércoles dejó para la historia de la infamia deportiva un pisotón alevoso en la mano de Messi, después de cuadrar a la víctima (sentada) con un empujón táctico para asegurar que el citado Lionel mantenía la mano extendida. Porque Pepe (o PP, como se le conoce ya, por los ajustes drásticos de cuentas) es un brillante táctico del miedo preventivo. Quien lo dude, que analice el pisotón en el empeine de Busquets, infligido al buen tuntún (al estilo Pepe) o su interpretación naturalista, método Stanislavski, en un supuesto golpe recibido en la cara de un jugador que no le llega a la axila.

Los amantes del gore futbolístico recordarán aquellas coces airadas dirigidas contra la espalda de un jugador caído del Getafe (Pepe es de los que aprovecha todas las ventajas) que si no desnucaron al getafense fue porque el agresor, en su descontrol neuronal, falló el golpe. Tampoco hay que dramatizar pero, si hubiera que hacerlo, el presidente del Madrid o el entrenador del club tendrían que hacerse dos preguntas sencillas: ¿esa es la imagen que quiere dar el primer equipo de la capital? ¿No estaría mejor Pepe en Hollywood, al lado de Chuck Norris, Steven Seagal o Hannibal Lecter?

Cuestiones importantes para el país. Tanto como averiguar dónde está el plan de empleo de Rajoy o cuándo lanzará Ruiz-Mateos su próxima emisión de pagarés. Porque la historia económica española es lo que sucede entre dos estafas rumasinas. Hora es de que Florentino Pérez piense en las respuestas. Porque el público del Bernabéu empieza a abominar de Mou, de Pepe y de tanta chulería y malos modos. Y todo para perder siempre contra el Barça.