Orbán promete reformar las leyes cuestionadas por la UE
El primer ministro húngaro anuncia ante la Eurocámara que los problemas "pueden ser resueltos rápidamente"
Un Viktor Orbán sorprendentemente manso prometió ayer en el Parlamento Europeo una rápida solución a los problemas planteados por una Constitución y una legislación secundaria húngaras que han alarmado a buena parte de la Unión Europea. Los problemas "pueden ser resueltos y arreglados rápidamente", aseguró el primer ministro húngaro en el pleno.
Sin dar detalles, y en la parte final de réplicas, Orbán, a quien la Comisión Europea dio el martes un mes para responder a todas las inquietudes, precisó que todas las objeciones se pueden satisfacer y que solo hay un extremo particularmente conflictivo: su pretensión de que el gobernador del Banco Central de Hungría preste juramento en el Parlamento y ante la Constitución. Bruselas ve un potencial conflicto de intereses entre este juramento de lealtad a la nación y la pertenencia del gobernador al Consejo General del Banco Central Europeo (BCE).
El líder verde Daniel Cohn-Bendit compara a Orbán con Chávez y Castro
El debate se presentaba caldeado en Estrasburgo, dado el carácter extremadamente combativo de Orbán, como la legislación puesta en marcha en su país demuestra, pero más allá de la vehemencia habitual del verde Daniel Cohn-Bendit o del liberal belga Guy Verhofstadt la sesión corrió por cauces de contención parlamentaria, con menor virulencia de lo vaticinado.
Orbán desactivó desde el principio la encendida animosidad de la Eurocámara con una modesta intervención, en el fondo y en la forma, en la que tras explicar el calamitoso estado del país que heredó en 2010 aludió a las medidas tomadas para enderezarlo. Ahí es donde, a juicio de la Comisión, de la Eurocámara y de numerosas organizaciones internacionales, se le ha ido autoritariamente la mano y de donde vienen las actuales tensiones entre Hungría y la UE.
Al día siguiente de que la Comisión le abriera un expediente por temer por la independencia del Banco Central y de la autoridad que vela por la protección de datos y por sospechar de intenciones ocultas en el adelanto forzado de la edad de jubilación de los jueces (de 70 a 62 años, vista por algunos analistas como una purga), además de reclamar información sobre la independencia de la judicatura húngara, Orbán anunció el envío de una carta a José Manuel Durão Barroso, garante último de los tratados, en la que le dice que "los problemas que han sido planteados por la Comisión se pueden resolver fácilmente. Pueden ser resueltos y arreglados rápidamente", según aseguró en la Eurocámara de Estrasburgo.
Barroso acusó recibo de la misiva y prometió ir al fondo del caso, para que no haya dudas sobre Hungría, antes de trascender los aspectos puramente técnicos para expresar "preocupación por la calidad de la democracia en Hungría", asunto en el que entraron como un torbellino Verhofstadt y Cohn-Bendit.
El líder del grupo liberal en el Parlamento cifró en una treintena las violaciones del Tratado detectadas por instituciones internacionales, desde la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa al Departamento de Estados de Estados Unidos. Para él, la apertura de un simple expediente a Hungría no es suficiente. A su juicio, el caso exige una investigación a fondo que determine "si la Constitución húngara y la legislación secundaria se acomodan al artículo 2" del Tratado de Lisboa, el que vela por la democracia, las libertades, los derechos humanos y la protección de las minorías.
En caso de resultado insatisfactorio, se abriría la puerta a la aplicación del artículo 7 del tratado, nunca utilizado por su potencial devastador, que llega a privar de derecho de voto a un Estado que viole principios y valores consagrados en el artículo 2.
Cohn-Bendit, siempre explosivo, con la cara enrojecida y la carótida a punto de estallarle, secundó la reclamación a favor del artículo 7 y se lanzó sobre Orbán. "Usted va en la dirección de Chávez, Castro y todos esos regímenes totalitarios y autoritarios", le espetó antes de subrayarle que "las minorías tienen derecho a no tener miedo de usted".
El jefe de los populares, el francés Joseph Daul, familia política de Orbán, se puso de perfil con el argumento de que la Comisión debe hacer su trabajo (otros de sus correligionarios manifestaron su apoyo a Orbán y hablaron de "circo ideológico"), mientras el líder del grupo socialista, el austriaco Hannes Swoboda, ofreció un significativo punto de vista: "Una Hungría con un Gobierno del tipo del de Orbán no hubiese entrado en la UE". Swoboda pasó de puntillas por la cuestión del artículo 7, que el anterior jefe socialista y hoy presidente de la Eurocámara, Martin Shulz, había reclamado a principios de mes. Esta medida drástica no parece tener futuro. La mayoría de los Gobiernos europeos pertenecen al mismo grupo político que Orbán.
La próxima cita del primer ministro húngaro con las instituciones comunitarias es la entrevista del próximo martes en Bruselas con Barroso, quien ayer le pidió que aborde de forma decidida los asuntos pendientes.
Infracción y castigo
- El expediente abierto por la Comisión Europea a Hungría tiene carácter acelerado, lo que envía una señal política de gravedad y reduce los plazos de los pasos a dar. Aun así,
el proceso es siempre largo.
- Bruselas ha enviado tres cartas a Budapest, una por cada una de las cuestiones que inquietan, más una petición de información adicional sobre la independencia del poder judicial. El Gobierno húngaro tiene un mes para responder.
- Si la Comisión no quedara satisfecha con la reacción, enviará a Budapest la solicitud formal de acatamiento al derecho comunitario, en la que se pide al Gobierno que informe de las medidas adoptadas en un mes.
- En el 95% de las veces, el Estado accede a esta petición conminatoria. De no hacerlo, la Comisión lo lleva ante el Tribunal de Justicia de la UE.
- Si el Estado es recalcitrante, la Comisión puede abrirle otra infracción. Si el caso llega a este extremo, la Comisión puede proponer al Tribunal las multas en relación con su duración y gravedad.
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