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¿Son necesarias las medidas de Rajoy?

Si el objetivo es la reducción del déficit y la disponibilidad inmediata de liquidez por parte de las Administraciones Públicas, sí. Si el objetivo es la creación de empleo y la reducción del desempleo, la respuesta es, sin lugar a dudas, no, porque son medidas que encaminan a España hacia una recesión en el año 2012, y propician un crecimiento económico negativo y un aumento del paro.

Cualquier ajuste fiscal complementado con una subida de impuestos directos mejora el déficit presupuestario a corto plazo y el aumento automático de las retenciones por IRPF, por la subida impositiva, mejora el estado de las arcas públicas, ya que permite a las Administraciones disponer de mayor liquidez para hacer frente a sus compromisos de pago sin tener que recurrir a nuevos endeudamientos, tan complicados y caros en los tiempos que corren.

Muy preocupante en cuanto a expectativa económica y contratación

Ahora bien, el efecto, también inmediato, de esas medidas es la destrucción de empleo, tanto de empleo público, por los ajustes de plantilla y las no reposiciones de puestos vacantes, como de empleos del sector privado, por la disminución del consumo público y del consumo privado, ante la disminución de la renta disponible de las familias. Si a eso añadimos los efectos del mensaje de un futuro de recesión económica que se lanza a los agentes económicos en un entorno ya de por sí cargado de incertidumbres y falta de confianza, el futuro en términos de expectativas económicas, nuevos proyectos de inversión y nuevas contrataciones, es muy preocupante, y se corre el riesgo de ahondar en la tendencia contractiva de la economía española.

Y así parecen estar viéndolo los mercados, que proyectan crecimientos económicos negativos del entorno del -1,5% en España para el año 2012 y prevén magros crecimientos para el año 2013, insuficientes para que se produzca una disminución del desempleo. Además, indicadores como la evolución de los mercados bursátiles o la prima de riesgo, con un progresivo deterioro desde principios de año, testifican también la desconfianza con la que las medidas de Rajoy han sido vistas por estos.

Hay que decirlo una vez más alto y claro, el principal problema de España es el paro, ese es el elemento crucial de nuestra diferencia en términos de indicadores macro con el resto de Europa, y todas las medidas de los gobiernos han de estar enfocadas a su disminución, y eso requiere crecimiento económico.

Habrá que hacer por tanto políticas de ajuste presupuestario -aunque no vale cualquier tipo de ajuste, y el que ha aprobado el gobierno de Rajoy es política y socialmente injusto porque afecta a los colectivos más desfavorecidos, a los jóvenes, a las clases medias, al modelo de crecimiento, etc...-, con políticas de estímulo económico, persiguiendo un cierto equilibrio para lograr ambos objetivos y graduándolas en el tiempo.

El PP en la oposición hizo bandera de ser la solución que España necesitaba para acabar con la lacra terrible del paro y se opuso radicalmente a todas las medidas de ajuste presupuestario adoptadas por el gobierno socialista. También se opuso a las medidas puntuales de estímulo y a la mayor parte de las reformas estructurales, salvo a las relacionadas con el sector financiero, que apoyó en su mayoría. Por supuesto, se opuso radicalmente a cualquier subida de impuestos, y en esto es evidente que el presidente no dijo la verdad, ni en la oposición, ni durante la campaña electoral ni en el debate de investidura. Hasta en su prensa amiga uno se encuentra con opiniones desaforadas y muy ofendidas por la subida de impuestos aprobada por el PP. Sus críticas son legítimas porque se sienten engañados, y con razón.

Pero sin duda era necesaria una subida de impuestos para equilibrar las cuentas públicas y financiar la actividad de las Administraciones Públicas y los servicios fundamentales de nuestro Estado del Bienestar. Es de todos conocido que la presión fiscal en España es de las más bajas de Europa y parece claro que si España aspira a ser uno de los países de la primera división europea también deberá adaptar su sistema fiscal a los países líderes en Europa, y deberá subir la presión fiscal. Sin embargo, saber modular las políticas es fundamental para no equivocarse, y elegir bien los objetivos, también.

En un momento de crisis económica como el actual, donde las Administraciones Públicas tienen que aplicar severas medidas de ajuste y de reducción del consumo y la inversión pública, con un consumo privado casi inerme y con un sector exportador que no va a tener en 2012 los crecimientos de los últimos años, la aplicación de subidas de impuestos directos, IRPF e IBI, a las familias españolas -casi el 60% de la recaudación final esperada va a recaer sobre las rentas inferiores a los 53.407 euros brutos anuales, que además son los que más van a sufrir los recortes aprobados por el gobierno del Partido Popular- supone un hachazo tremendo a la capacidad de consumo interno, que precisamente es la variable que habría que intentar dinamizar en 2012 para estimular el crecimiento económico y el empleo.

Es decir, no es ahora el mejor momento para subir esos impuestos en la cuantía y con la distribución de renta que se ha hecho, aunque si es el momento de empezar a analizar y poner en marcha una reforma del sistema fiscal en profundidad.Pero es que además, había otros colectivos, con mayor capacidad de consumo y de ahorro y mayor capacidad de aportación a un esfuerzo de solidaridad al que se deberían de abonar -al igual que en otros países europeos-, y otras figuras impositivas, como el impuesto a las grandes fortunas, a los grandes patrimonios y a las grandes corporaciones que habrían sido más justos socialmente y más eficaces para no dañar el crecimiento y el empleo. Por no hablar de una mayor y más eficaz lucha contra el fraude fiscal.

España necesita retomar una senda de crecimiento económico de forma urgente que sea generadora de empleo y necesita diseñar y modular sus políticas en esa dirección, y por desgracia, las medidas adoptadas por Rajoy nos conducen a una recesión en 2012 y a más paro.

Javier Lasarte es exdiputado en el Congreso por el PSE-EE de Álava.

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