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TELEVISIÓN

Ajustar cuentas con el pasado

Las series históricas monopolizan las parrillas - Los espectadores siguen la moda porque recrean épocas de gran impacto social y apelan a la memoria colectiva

Las series históricas no solo están de moda, sino que amenazan con sepultar cualquier otra idea que surja de las cabezas pensantes de los guionistas. Martín Almagro Gorbea, Académico Anticuario de la Real Academia de la Historia y catedrático de Prehistoria en la Universidad Complutense de Madrid, asegura que esta tendencia no hace más que reflejar el interés de los espectadores por bucear en sus orígenes y en su pasado. "La historia es el fundamento ideológico para conocernos a nosotros mismos y conocer de paso como la cultura humana ha ido superando las sucesivas crisis que se han vivido a lo largo de los siglos". "En el fondo, el público de una forma intuitiva se acerca a ese tipo de series para saber quiénes son y como actuar en el futuro. Nuestra experiencia nos ayuda a tomar decisiones", añade el catedrático.

El público busca detalles de la vida cotidiana de otras épocas

Hace tres años para desmarcarse de la competencia y sus series médicas, costumbristas o policiacas, TVE apostaba con Águila roja por el género de espadachines, que raramente abordaban entonces las cadenas españolas. El éxito de la ficción, ambientada en el Siglo de Oro y protagonizada por un pacato maestrillo de escuela que cuando la ocasión lo requería se transformaba en un héroe justiciero, fue inmediato. Tres años más tarde esta arriesgada propuesta de Globomedia sigue reportando excelentes dividendos a La 1. Sin ir más lejos el lunes pasado, la vuelta de la serie rozó los seis millones de espectadores (28,4% de cuota de pantalla).

Más cadenas se han apuntado a una moda de gran tradición internacional. La añeja, pero impecable, Arriba y abajo o Yo, Claudio pueden ser buenos ejemplos. Pero no hace falta remontarse tan lejos y Los Tudor, Los Borgia, Elizabeth o Los pilares de la Tierra son otras pruebas palpables. La industria nacional cuenta con títulos como La República (TVE-1) Hispania (Antena 3) o Tierra de lobos (Telecinco) a la que se sumarán muy pronto Isabel (TVE-1), Imperium, desgajada de Hispania, El tiempo entre costuras o El corazón del océano (las tres en Antena 3). La cadena de Planeta estrenaba ayer su nueva producción histórica, Toledo, cruce de destinos, recreación de la corte de Alfonso X el Sabio. El primer capítulo de esta serie de Boomerang (Los protegidos) registró una media de más de 3,5 millones (19,7%).

Otra cosa es si están mejor o peor hechas. A Almagro Gorbea no le gusta dar nombres -y no los da- y aunque destaca "la falta de rigor" no duda en echar un capote: "Eso no les resta el mérito que tienen por recurrir a nuestra memoria colectiva". Carlos Santamaría, psicólogo clínico, confiesa estar enganchado a este tipo de ofertas televisivas. "Tienen acción, maquinaciones cortesanas, batallas, amor, pequeñas dosis de sexo... pero en un escenario distinto del habitual, lo que enriquece la factura", opina Santamaría, fan declarado de Juego de tronos, a pesar de que entronca más con el género fantástico y de Los pilares de la Tierra. "Estoy deseando que estrenen la segunda parte, Un mundo sin fin", añade.

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, señala que los espectadores no se fijan tanto en las proezas de las élites, como en la vida cotidiana de lo que se está narrando independientemente de la época "con sus pasiones, amores, intrigas y cada uno de esos detalles a los que se acercan curiosos, y que muestran las preocupaciones del presente bajo el filtro de la ficción".

La abogada Begoña Iñíguez, se decanta por Los Borgia e Hispania. "Apenas sabía nada del enfrentamiento del imperio romano y los hispanos, solo lo que había estudiado hace años luz, bromea. Y continúa: "Me ha venido muy bien para repasar y además creo que en estos momentos de incertidumbre nos distrae trasladarnos a otros tiempos. La historia que menos me interesa es la actual, ya dan buena cuenta de ella los medios de comunicación y cada una la manipula a su antojo". Casanova reconoce que cuanto más lejana es la época histórica es más fácil inventarse episodios sin que nadie arremeta contra ello. "Si yo pontifico sobre Julio César nadie me tose, pero si hablo de Hitler, aunque sea el mayor especialista del mundo, siempre habrá alguien que señale que mi opinión es sesgada", añade el catedrático, quien asegura que cuanto más impacto social tenga una serie más éxito tendrá.

A juicio de Casanova, este interés creciente también tiene que ver con la relación "entre ficción y verdad". En el siglo XXI, dice, la gente prefiere la ficción a los grandes hechos históricos porque juega con una libertad y una falta de encorsetamiento que no tiene la realidad. "Nadie quiere que le cuenten que Franco era un criminal de guerra, pero sí les interesa ver a un personaje pequeño, gordito y con la voz aflautada". Para el catedrático, Cuéntame es el paradigma de cómo contar a las nuevas generaciones lo que fue la Transición sin provocar bostezos y "apelando a la nostalgia". Casanova recuerda que las ficciones de cartón piedra existen desde siempre "con Hollywood a la cabeza", alaba la calidad de las series británicas, y reconoce que las españolas visualmente "han mejorado". Ahora, el presupuesto de las series de gama alta oscila entre los 550.000 y los 800.000 euros por capítulo, cifras nada despreciables para la media nacional. Escenografía, exteriores, mobiliario, vestuario, caballos, adiestradores y especialistas encarecen este tipo de productos, tal como señalan varias productoras.

Escena de <i>Toledo, cruce de destinos</i> (Antena 3).
Escena de Toledo, cruce de destinos (Antena 3).

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