Gallardón anuncia "firmeza" en la política con los reclusos de ETA
Urquijo quiere hacer visible al Estado en Euskadi más allá del antiterrorismo
La política de "firmeza" del Gobierno del PP en el tratamiento a los presos por terrorismo va a estar "bien representada" por Carlos Urquijo, predijo ayer el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que presidió la toma de posesión del nuevo delegado en Euskadi, en sustitución del socialista Mikel Cabieces. El ministro no dejó lugar a la duda: el cese de la violencia etarra debe ir seguido de la "disolución de las estructuras" de la banda, de su desarme y de la entrega de cuantos recursos puedan estar aún al servicio de quienes "han tratado de esclavizar a los vascos y de amedrentar a todos los españoles". Sin ello, el Gobierno no dará un paso para cambiar las condiciones en la cárcel de quienes ejercieron esa violencia, y a cuyo "desistimiento" solo la firmeza les ha forzado. Gallardón hablaba dos días después de la manifestación de Bilbao en reclamación de la libertad para los presos y, como primeros pasos, de su acercamiento a cárceles vascas y la liberación de 175 que consideran cumplidas sus condenas y de los enfermos graves.
Los presos tendrán o no mejoras según su "disposición individual"
Para el Gobierno hay otras prioridades. Por ejemplo, Gallardón calificó de "vital" que se impida "reescribir" y "falsificar" la historia a quienes pretenden equiparar "el sufrimiento y el sacrificio de tantos inocentes" con sus "verdugos". Estos, al menos los que están encarcelados, tendrán que dar todos los pasos que marca la ley y serán valorados, a la hora de concederles o no beneficios penitenciarios, según su "disposición individual". Esta debe incluir la petición de perdón a las víctimas y el propósito expreso de resarcirlas y reparar el daño ocasionado. Según un documento recientemente dado a conocer por el Grupo Noticias, que lo fechaba en octubre, ETA habría prohibido a los presos hacer ambas cosas. Quienes han seguido ese proceder están expulsado del colectivo. Quienes siempre estarán "en el núcleo de la política del Gobierno en el tratamiento de este asunto", comprometió, serán los perjudicados por el terrorismo.
El nuevo delegado, que ya lo fue durante tres meses en 2004, resaltó la diferente situación en sus dos tomas de posesión. Urquijo realizó un doble reconocimiento, a las víctimas del terrorismo y a quienes ayer vestían de uniforme, las cúpulas de mando de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza. "Estad orgullosos de llevarlo"?, les dijo, tras atribuirles el mérito de que el País Vasco haya llegado al "momento de esperanza" que vive ahora. También se refirió al papel jugado por la llegada de un lehendakari socialista a Ajuria Enea, con el apoyo del PP, como palanca de ese "cambio histórico" en Euskadi. Dando por hecho el fin del terrorismo, Urquijo se autoimpuso como reto el de hacer visible a los ciudadanos la contribución de los servicios que la Administración central sigue prestando a la comunidad autónoma, más allá de la lucha policial contra ETA. La Delegación del Gobierno se ha identificado casi de manera exclusiva con esta última, que tapaba el resto de sus tareas. Ahora cree que podrá corregir esa situación por la que otros servicios "pasan desapercibidos para los ciudadanos".
Urquijo lamentó que muchas personas no se percaten de que un buen número de sus actividades cotidianas se desarrollan con normalidad "gracias a la solidaridad y el esfuerzo del resto de los españoles". Coger un avión en un aeropuerto, construir una infraestructura como el TAV o controlar la inmigración ilegal pasan por ella. "Voy a poner todo mi empeño" en "hacer sentir a los vascos la proximidad del Gobierno de España, su utilidad, cercanía e importancia".
El relevo
Carlos Urquijo (1961, Llodio), tomó ayer el relevo de Mikel Cabieces como delegado del Gobierno en el País vasco.
Titulado en Graduado Social, Urquijo debutó en política como único concejal del PP en Llodio cuando la localidad alavesa era gobernada por HB. Ha desarrollado el grueso de su carrera política en el Parlamento vasco, donde estuvo desde 1991. Durante un breve periodo en 1996 fue senador. Era una de las personas de la máxima confianza de María San Gil cuando presidía el PP vasco
Especialista en Interior, Urquijo ya fue delegado del Gobierno dos meses en 2004, tras la salida de Enrique Villlar.
El alcalde de Baños de Ebro, Roberto Blanco, ocupará su escaño en la Cámara vasca.
Ejercicio de autoridad y cierre de filas
El presidente del PP, Antonio Basagoiti, ausente ayer por una gripe de la toma de posesión de Carlos Urquijo como delegado del Gobierno, según informó este úlitimo, ha aprovechado esta decisión para lanzar un mensaje interno de autoridad. Y lo ha dirigido tanto al aparato de Vizcaya, que apostaba por Carlos Olazábal, como al presidente del PP alavés, Alfonso Alonso, que tampoco deseaba a Urquijo en el puesto.
El nuevo delegado fue uno de los cargos que apostaron por María San Gil en la crisis de 2008, cuando su dimisión, por desconfiar de Mariano Rajoy, abrió la completa renovación del partido. Elegir a uno de los entonces seguidores de San Gil es ilustrar que de aquellas diferencias no queda nada, o, si queda, no es razón para vetar a nadie. Supone un cierre de filas y de heridas, al tiempo que esa muestra de autoridad, con la que el presidente del PP compensa la pérdida de posición o influencia que pueda suponerle su permanencia en Euskadi, frente a la cercanía a Rajoy que tienen ahora Alonso o su adjunto como portavoz en el Congreso, Leopoldo Barreda. A la toma de posesión asistieron, además del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, la presidenta del Parlamento, Arantza Quiroga, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Juan Luis Ibarra, y el fiscal superior, Juan Calparsoro, además de los consejeros de Interior y Justicia, Rodolfo Ares e Idoia Mendía, respectivamente.
El delegado saliente, el socialista Mikel Cabieces, se felicitó de que Urquijo no vaya a tener que comprar "un traje negro", para los funerales, una recomendación que él recibió al llegar al cargo, contó.
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