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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Maquillando a Pinochet

El nuevo ministro de Educación de Chile, Harald Beyer, anunció hace unos días que los 17 años de dictadura de Augusto Pinochet pasarían a nombrarse en los libros escolares con el término más general de "régimen militar". Con esa decisión, que fue aprobada por el Consejo Nacional de Educación el 9 de diciembre, antes de que Beyer tomara posesión del cargo, los muchachos chilenos, que estudien de primero a sexto grado (entre 6 y 12 años), encontrarán en sus manuales de lenguaje, historia, geografía y ciencias sociales una definición mucho más amable de aquellos años aciagos, en los que Pinochet y los suyos se ocuparon, según cifras oficiales, de liquidar a más de 3.000 personas y de torturar a otras 28.000.

No se puede cambiar la historia por decreto, pero lo que pretenden políticos de tendencias muy diversas en diferentes lugares del mundo es contarla de otra manera, ajustándola a sus mensajes, intereses e ideología. Se empieza por decir que lo de Pinochet fue un régimen militar y no una dictadura y, poco a poco, se va tergiversando lo que de verdad pasó hasta construir una fábula en la que un venerable general no tiene más remedio que sacrificarse para salvar a su país de las garras del comunismo. Los defensores de otro dictador, Francisco Franco, llevan contando ese cuento durante décadas y son muchos los que se han tragado el embuste.

Pinochet, como también le ocurrió a Franco, tardó en sumarse al golpe de Estado contra el Gobierno de Salvador Allende que habían planificado sus colegas. Solo lo hizo un par de días antes de que se produjera, el 11 de septiembre de 1973. Una vez metido en materia, se convirtió en la figura más importante de los militares y por eso presidió la feroz dictadura que se instaló tras el golpe. Cuando se desclasificaron los papeles de la CIA, que tanto hizo por tumbar a Allende, se supo que Pinochet fue de los que defendieron que "los extremistas o activistas marxistas deberían ser sumariamente ejecutados". Nada de juicios, ni de

vainas parecidas.

La derecha, que ha vuelto al poder en Chile con Sebastián Piñera tras 20 años de Administraciones de centro-izquierda, no debería maquillar el pasado. Es un flaco favor a sí misma y a la democracia. Las palabras importan: una dictadura es una dictadura.

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