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Columna
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Obama por defecto

Francisco G. Basterra

Se busca candidato a la Casa Blanca nuevo y fresco capaz de acabar con la creciente arterioesclerosis que gripa las instituciones de EE UU; con la rigidez ideológica que bordea el fanatismo; con la tendencia a vivir por encima de las posibilidades, endeudándose sin reducir el devastador déficit presupuestario. Capaz de crear 100.000 empleos mensuales; de sacar del limbo a la clase media, la gran perdedora desde hace 30 años, haciendo que los hijos puedan progresivamente volver a vivir mejor que sus padres; que ponga fin a la creciente desigualdad que está minando la democracia y creando una sociedad dual. Entre 1979 y 2006, los americanos de clase media vieron sus ingresos anuales, después de impuestos, incrementarse en un 21%. Los ciudadanos más pobres aumentaron los suyos solo en un 11%. El 1% en la cima de la sociedad multiplicó sus rentas por 256%, triplicando su porción de la renta nacional hasta un 23%. Un candidato que pueda hacer digerir a la población, que aún vive en la nube de la ignorancia creyendo en la excepcionalidad de EE UU, que ya se acabó la América imperial. Que reduzca el presupuesto militar y alivie la insoportable carga económica de mantener el dominio geopolítico. Un candidato que piense en reconstruir el país, sus infraestructuras decadentes, su red ferroviaria, que hace que los trenes que enlazan Nueva York con Chicago viajen casi a la misma velocidad que en los años cincuenta, y que restaure la educación al nivel que le corresponde a la todavía primera potencia. Hoy en EE UU es difícil señalar un servicio público que funcione mejor que hace 50 años. La práctica quiebra de Correos es el último ejemplo.

Frente al presidente de EE UU se alza un grupo de insurgentes conservadores sin un tenor claro

¿Qué respuesta encuentra esta búsqueda de empleo con fecha de vencimiento el próximo 6 de noviembre? Un presidente Obama que prometió en 2008 enderezar el país y unirlo, cambiando drásticamente su rumbo. No ha podido cumplir. Esfumada su magia inicial ha concitado en su contra una indebida animadversión potenciada por una campaña de emborronamiento personal a cargo de una derecha crecida. Puede ser derrotado si no logra enderezar la economía y reducir el paro. Obama el fallido, en relación con la excesiva expectación imprudentemente desatada, no ha podido darle la vuelta a la política de Washington. Pero salvó al país de la depresión. Acabó con Bin Laden. Va a recortar modestamente el presupuesto militar y admite que la seguridad mundial "no puede ser exclusivamente" una responsabilidad de EE UU. Pasará a la historia como el presidente que asumió la pérdida de la supremacía. Hacer de la necesidad virtud, aliviando la carga económica de mantener el dominio geopolítico.

Frente a él, un pelotón de insurgentes conservadores, sin un tenor claro, buscan que Obama, al que consideran el representante de las sensibilidades morales del mítico concierto hippy de Woodstock y de Gomorra, no repita. El partido de Lincoln y Reagan podría optar por alguien inelegible en las presidenciales de noviembre. Esta es la gran esperanza de Obama que devendría presidente por defecto. Los republicanos, enredados con ideas fundamentalistas, nostálgicas de una América inexistente, son su peor enemigo. Mezcolanza de aspirantes populistas, aislacionistas, moralistas, pronegocios. Se presentan ante los electores como las buenas gentes del común, verdaderos americanos, unidos por un odio primitivo al Gobierno, a Washington, y a la subida de impuestos, frente a la élite liberal que ha degradado América conduciéndola al socialismo que estaría representada por alguien, tan poco americano a sus ojos, como Obama. Iowa ha realizado la primera cata presidencial. Sin fruto claro. Mitt Romney, rico, mormón, exgobernador de Massachusetts, un superman robotizado de mandíbula cuadrada, pasado por Harvard, economía y derecho, defensor del capitalismo como forma de destrucción creativa, ha obtenido una pírrica victoria. Quiere ser el candidato republicano por su supuesta elegibilidad final. Pero no logra convencer a las bases de su partido por no alcanzar el grado suficiente de conservadurismo requerido. Pero sería el rival más peligroso para Obama. Entre los más conservadores, se ha encaramado al podio momentáneamente el congresista Rick Santorum, católico a machamartillo, que equipara el matrimonio entre homosexuales a la poligamia. Defiende la escolarización de los hijos en el propio hogar. Le sigue muy de cerca un doctor libertario de 76 años, también congresista, Ron Paul; propone cerrar todas las bases en el exterior, legalizar las drogas y abolir la Reserva Federal. Dos inelegibles. Pero ninguno de los tres candidatos en cabeza ha superado el techo del 25% de los votantes de Iowa. New Hampshire, Estado liberal en la costa Este, es la siguiente etapa de las primarias republicanas, mientras en Washington Obama se frota las manos.

fgbasterra@gmail.com

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