El inicio del inicio
Si hace un año escribía en esta columna que 2011 parecía nacer con un pan negro bajo el brazo, no sé cuánto más habría que chamuscar la metáfora para calificar los augurios de este año que empieza. Nosotros mismos, los de entonces, ya no somos los mismos. Como si fuéramos perdiendo a marchas forzadas la poca ingenuidad que nos quedaba. ¿Cuánto hace que nadie utiliza la expresión "brotes verdes"? ¿Cuánto hace que los recortes dejaron de causar sorpresa o escándalo, revuelta o resistencia? Causan malestar, que no es lo mismo. Y asombro sólo por los detalles. Subida del IRPF en vez del IVA (pero no se preocupen, nos dicen, que el IVA también lo subiremos). Subida del desempleo en el sector público (pero no se preocupen, nos dicen, que más adelante ya incentivaremos la contratación en el privado). Y en general, para los que conservan el empleo, el bonito axioma de "trabajar más y ganar menos".
Los hachazos son tantos que no tengo espacio para glosarlos todos. Dejen que me centre sólo en dos: 600 millones de euros menos para Ciencia y Tecnología, y unos 900 millones menos para Cooperación Internacional y Ayuda al Desarrollo. Respecto al primero, hay que recordar que ese tijeretazo se suma a la rebaja del 23% aprobada por el Gobierno socialista en los últimos dos años, lo que deja al sector en una situación muy preocupante. El Plan Nacional de I+D+i 2008-2011 había previsto que esa inversión llegara al 2% del PIB, la media de la UE. En lugar de eso, vamos a quedar sobre el 1,3%, mientras que la mayoría de los países desarrollados han tenido el sentido común de mantener o incrementar su presupuesto en estos años de crisis. Respecto a la Ayuda al Desarrollo, en 2007 el arco parlamentario en su conjunto firmó un Pacto de Estado contra la pobreza con el objetivo de llegar al famoso 0,7% de inversión para el 2012. Si con las rebajas del año pasado esa cifra andaba por el 0,4%, con esos 900 millones que acaba de recortar el Gobierno popular debe de andar por los suelos (o más abajo, si le sumamos las rebajas de la mayoría de las comunidades autónomas -no de la vasca- y de numerosos ayuntamientos).
Los recortes en investigación muestran, una vez más, que no sabemos hacia dónde vamos. Ninguna percepción de que ése sea un sector que haya que mimar, reforzar, impulsar contra viento y marea. Y los tijeretazos en la ayuda al desarrollo -y el hecho de que sean como mucho la letra pequeña y última que apenas nadie se molesta en leer- muestran que los políticos creen estar legitimados para anteponer la solidaridad nacional a la internacional, incluso al precio de anular ésta, sin dar mayores explicaciones. La caridad sólo cuando hay sobras del banquete. Un lujo, no una responsabilidad. Lo triste, ante el "inicio del inicio", es la resignación asustada del "sálvese quien pueda"; lo triste es que no nos escandalicemos de no escandalizarnos.
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