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Reportaje:

Memoria de épocas gloriosas

Un libro repasa la importancia del archivo del Consulado de Bilbao - La obra se suma al quinto centenario de la institución

Buena parte del pasado comercial de Bilbao está contenido en el registro de su Consulado. Ya en 1928, una comisión del cuerpo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos lo visitó y concluyó: "Es el resumen más autorizado de la gloriosa historia de la villa".

Fundado el 22 de junio de 1511 gracias a una provisión otorgada por la reina Juana y disuelto en 1830 con la aprobación del Código de Comercio, durante más de tres siglos el Consulado de la Casa de la Contratación, Juzgado de los Hombres de Negocios de Mar y de Tierra y Universidad de Bilbao, su nombre completo, resultó clave en el ordenamiento naviero y mercantil de la ciudad, lo da una idea del valor de los documentos conservados.

"Llama la atención lo hábiles que eran en el Consulado", dice la coautora
Los miles de documentos se encuentran hoy depositados en el Archivo Foral

Clotilde Olaran y José Manuel González repasan ahora en su obra El Consulado de Bilbao. Noticias históricas y bibliográficas en torno a su archivo (Instituto Bibliográphico Manuel de Larramendi) el trabajo "paciente" de una larga serie de archiveros que hicieron posible la conservación de todo ese fondo documental. El volumen se une así a las conmemoraciones del quinto centenario del Consulado.

"Desde hacía años teníamos bastante información recopilada y con motivo del aniversario nos animamos a escribir", describe Olaran. El trabajo previo de investigación resultó concienzudo. "Hemos consultado no solo los papeles, sino mucha bibliografía", agrega la autora, quien no se atreve a dar una cifra aproximada del número de documentos que alberga el registro, actualmente depositado en el Archivo Foral.

Sin duda, tienen que ser miles. Ya en su fundación, el Consulado tenía bajo su control a una flota de unas 500 naves y una marinería que sobrepasaba los 3.000 matriculados. Los barcos cargaban fundamentalmente lana de Castilla y portaban de regreso lienzos y tejidos. "Era una institución muy organizada, que nombraba sus propios priores, cónsules, diputados... Atendía cantidad de cuestiones", precisa Olaran.

Por todo ello, generaba mucha documentación que archivar que, además, podía resultar clave en los posibles pleitos que se registrasen con los poderes públicos, instituciones de la Corona, del extranjero o con personas privadas.

"Una de las cosas que más llama la atención cuando se miran los documentos es lo hábiles y prácticos que eran en el Consulado. Estaban perfectamente organizados", relata la autora. "Manejaban mucha información, algo básico para el comercio. Estaban en constante lucha con otros puertos", apostilla.

El Consulado, con sede inicial en el Palacio de San Antón, alcanzó su apogeo en el siglo XVIII. Cuando se disolvió, su archivo sobrevivió a varias inundaciones y fue objeto de una pugna entre distintas instituciones por su valiosa herencia. Finalmente, el Ayuntamiento de Bilbao logró su guarda y custodia.

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