Un comandante en busca de cordura civil
Su nombre y apellidos son lo que algunos llamarían todo un programa. Y también una variante profunda de lo que el trágico escritor José María Arguedas, hablando del Perú profundo, llamó todas las sangres. Votamos por él todos aquellos que anhelamos que el fantasma del fujimorismo se aleje para siempre de nuestras costas. Además, es indudable que el actual presidente Ollanta Humala Tasso ha evolucionado desde el extremismo militar hacia la cordura de un civil que puede ganar o perder unas elecciones.
En primer lugar, Ollanta Humala Tasso fue, sin lugar a dudas, un militar dispuesto a desenfundar, y ya hace una buena década que anduvo revuelto como comandante en una asonada militar contra el robe y mate el que pueda del fujimorismo, en compañía de su hermano Antauro (hoy entre rejas), y siguiendo sin duda alguna de las enseñanzas de su padre, Isaac Humala, cuya doctrina es un entrevero de odio contra el fronterizo Chile y de amor por un mestizaje bastante turbio, a decir verdades, pues excluye mucho más de lo que incluye.
Con este bagaje hereditario a cuestas, Ollanta Humala estuvo a un tris de ganar las elecciones del 2006, y si no lo hizo es porque el espantoso Hugo Chávez apareció demasiado como su progenitor. Desde entonces, Humala, a pesar de acusaciones graves de atentar contra los derechos humanos y siendo ya comandante en retiro del ejército, busca el Brasil de Lula y su sucesora como ángeles guardianes de su nueva campaña del 2011, y cambia de rostro para convertirse en un nacionalista total que respeta los derechos humanos y las libertades constitucionales. La inclusión social de los pobres es su lema, su programa, su máxima ilusión. También acabar con la galopante corrupción.
Cinco meses de gobierno y demasiados cambios de ministros pueden dar testimonio de un hombre que habla muy poco y duda demasiado. Su popularidad va cayendo en conflictos varios en costa, sierra y selva. Ollanta Humala Tasso habla realmente demasiado poco, y los peruanos de a pie, prensa incluida, tal vez demasiado. Hay solo un muerto, es cierto, pero también es gigantesca la delincuencia. Esa hache de Hamlet es un lujo que no puede permitirse el comandante en retiro Ollanta Humala Tasso.
Alfredo Bryce Echenique es escritor.
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