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La misión de los observadores árabes naufraga en la represión siria

Las tropas abren fuego contra los manifestantes cerca del equipo de enviados

Enric González

La misión de la Liga Árabe en Siria corre un serio riesgo de naufragio. No la toman en serio ni el Gobierno de Bachar el Asad, que dispara contra los manifestantes en presencia del equipo de observadores, ni los grupos de oposición, para quienes la misión no merece crédito por el oscuro pasado del general sudanés que la dirige.

El jefe de la misión, el general Mustafá Dabi, fue jefe de la inteligencia militar sudanesa y hombre de confianza del presidente Omar al Bashir, acusado de genocidio y crímenes contra la humanidad. Dabi acudió el pasado martes a Homs, la ciudad siria que más sufre la violencia, y comentó que lo que había visto le parecía "tranquilizador". Ayer, la misión de la Liga Árabe asistió a nuevas escenas "tranquilizadoras": las fuerzas de seguridad abrieron fuego sobre miles de manifestantes cerca de un edificio oficial, en las afueras de Damasco, que en ese momento visitaban los observadores.

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Portavoces de la oposición afirmaron que al menos 29 personas murieron durante la jornada, en Duma, muy cerca de la capital, y en otras ciudades. La presencia de los observadores parece haber provocado un aumento de la violencia, en lugar de disminuirla. Cada uno de sus desplazamientos suscita la movilización de grupos de ciudadanos que quieren aproximarse a la misión para denunciar al régimen de El Asad, y soldados y policías disuelven a tiros esas manifestaciones. Los grupos armados de la oposición tampoco han interrumpido sus ataques contra las fuerzas de seguridad, pese a los ruegos de sus dirigentes políticos.

El principal dirigente de la oposición siria, Burhan Ghaliun, se entrevistó ayer en El Cairo con el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby. Ghaliun pidió a Elaraby que la misión dirigida por el general Dabi no se limitara a observar, sino que exigiera de forma activa al Gobierno de Bachar el Asad el cumplimiento del acuerdo que alcanzó con la Liga Árabe el pasado día 19.

Según ese acuerdo, El Asad debe retirar sus tropas de las calles, liberar a los presos políticos, permitir la entrada en el país de periodistas y trabajadores humanitarios y abrir un diálogo con la oposición. Por el momento, ninguno de esos puntos se ha cumplido. El Gobierno ha puesto en libertad a 755 de los detenidos por participar en las protestas, pero quedan en las cárceles al menos 14.000, según estimaciones de la ONU. Ghaliun eleva la cifra de presos políticos a 100.000 y asegura que muchos de ellos han sido ocultados en cuarteles y buques de guerra y corren peligro de ser asesinados.

Ante los incumplimientos flagrantes del Gobierno y la actitud contemporizadora del general Mustafá Dabi, la oposición ha perdido casi por completo las esperanzas en que la misión de la Liga Árabe sirva para algo. Lo importante, en cualquier caso, será el informe que en su momento, aún no determinado, la misión debe presentar al secretario general de la organización. Si el informe indica que Bachar el Asad no cumple el acuerdo de pacificación, la Liga Árabe pedirá al Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que incluya sanciones severas contra Siria.

El grupo opositor Revolución Siria 2011, muy activo en Facebook y organizador de las primeras protestas populares contra el régimen, en marzo pasado, ha hecho un llamamiento para que hoy viernes se celebren manifestaciones masivas en todo el país. "Marcharemos como hicimos ya en Homs y Hama, donde llevamos ramas de olivo y fuimos atacados con fuego de artillería y de ametralladoras por las bandas de Bachar", se dice en la convocatoria.

Manifestación contra el presidente Bachar el Asad en Amude (noreste de Siria), el pasado martes.
Manifestación contra el presidente Bachar el Asad en Amude (noreste de Siria), el pasado martes.REUTERS

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