Una absenta no tan loca
El licor alucinógeno de Poe y Baudelaire se ha puesto ahora de moda y la absenta vuelve a consumirse sin problemas
La absenta, un aguardiente prohibido durante años y en cuya destilación los valencianos son maestros, se ha puesto de moda. En los territorios del ocio, el golfeo loco de fin de semana, el Carmen, sin ir más lejos, un chupito de este licor alucinógeno sale por dos euros. La peña se pone tibia. Ya estuvo de moda entre los escritores y pintores románticos del siglo XIX, hasta que se prohibió a principios de siglo XX.
Todo sucedió en la Belle Epoque de París; ahora, al inicio del tercer milenio, los juerguistas han dejado el whisky gringo y se han pasado a la bebida de Baudelaire.
Vanessa, 25 años, marchosa como pocas, da una razón al aumento del consumo entre los jóvenes de la litrona: "En un viernes me bebo tres absentas y cuatro birras y el colocón me dura hasta las ocho de la mañana".
La UE la vetó porque contenía un componente ilegal
Pese al control, los destiladores ilegales siguen trabajando
Los primeros pasotas del país aún recuerdan la legendaria absenta La Loca, destilada en Pego (Alicante), y que causó furor en los años setenta. El bodeguero Eduardo Mestre, de 72 años, de una saga de vinateros, recuerda cómo en los viejos tiempos del final del siglo pasado, en pueblos como Benetússer o Alfafar, casa sí y otra no era una destilería. Como en el sur americano de la prohibición. "La absenta fue prohibida la por la Unión Europea debido a que contenía un producto nocivo. Cuando se suprimió el componente, la cosa volvió a su cauce; eso es del hinojo y viene de Francia, pero aquí la mezclan con cazalla".
Carla, amiga de Vanessa, cuenta el ataque de psicosis que le dio tras pasarse con la bebida. "Me fui de la pinza y salí corriendo a la calle a perseguir a una amiga inexistente". Su novio, otro veinteañero que no se corta los viernes, sentencia: "Lo máximo de chupitos son trece, para no palmar".
Mestre, dueño de varias bodegas en la ciudad, acaba de abrir una nueva en la calle Baja. Sus escaparates son el sueño de un bebedor. Las marcas de absenta son incontables.
"Pero hay que tener cuidado. La cantidad máxima de los barriles es de tres litros y han de llevar un control de Sanidad; me consta que hay gente que la hace casera y luego la comercializa. Eso es un peligro".
Cuando se lo cuento a los chicos les entra la risa. "Mira, nano, aquí en el Carmen hay ciertos garitos en los que se bebe una absenta más ilegal que conducir borracho". Por el momento esta esencia del hinojo y anís funciona como la reina de la alta graduación alcohólica. Y si lo que mola es ponerse rápido y barato, la malvada pócima de París tiene mucho futuro.
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