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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una cantaora para el siglo XXI

Estrella Morente inauguraba el festival flamenco De cajón!, un evento que, a pesar de su juventud, ha conseguido ganarse a pulso una irreprochable reputación entre los aficionados. Tal vez por ello la granadina dejó de lado alguna de sus veleidades de papel cuché y se lanzó sin miedo al vacío haciendo lo que mejor sabe hacer: cantar flamenco. Y lo hizo y a lo grande. Tras su nueva visita a Barcelona puede afirmarse sin miedo que si hay una cantaora para el siglo XXI, hoy por hoy (y siempre que ella quiera), esa es Estrella Morente.

El inicio del concierto despistó un tanto, por igual a los amantes del flamenco más puro y a los que gustan de la canción aflamencada: un martinete a varias voces cantado entre humo, en la oscuridad sobre un acorde de sintetizador mantenido. Fue solo un guiño, ya no hubo más electricidad ni se abandonaron los senderos marcados por la tradición. A partir de ahí músicos y cantaora tomaron asiento y con la seriedad de las grandes ocasiones se zambulleron en algunos palos tradicionales que sirvieron para demostrar la belleza de la voz de Morente y su tremenda capacidad para convertir cada frase en un estremecimiento. Estas cualidades desbordaron sentimiento cuando se quedó a solas con la guitarra de Montoyita para bordar una taranta.

ESTRELLA MORENTE

Gran Teatro del Liceo, 22 de diciembre.

Una seguiriya llevada al extremo acabó esa primera parte. Montoyita tuvo entonces ocasión de demostrar que, además de un gran acompañante, es también un gran solista. El ambiente se podía cortar con una hoja de afeitar. Tras su exhibición en solitario el resto de músicos y cantaores tuvieron ocasión de mostrar su buen hacer más festivo que musical. Y volvió a salir Morente, ahora para cantar de pie, y arremetió con una copla de altura, la popular Calle Elvira de reminiscencias lorquianas. Una segunda parte corta, solo un par de temas tremendamente contenidos, que desembocaron en las únicas palabras de Morente en todo el recital. Y fueron para dedicárselo a Carmen Amaya. No podía ser de otra forma: el bis que siguió, alrededor de una mesa camilla, fue un homenaje a la diva barcelonesa y Morente acabó incluso bailando al más puro estilo del Somorrostro. Y el público, lógicamente, de pie.

Un concierto apabullante, flamenco de altura servido de la mejor forma imaginable.

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