Un paseo por el lado salvaje del Reina
Recorrido con Luis Gordillo y Alberto Corazón, presentes en la colección permanente, por la última reordenación del museo, que abarca el periodo más convulso del siglo
En ese lugar de la historia que va de la independencia de Argelia (y ahí está para envolvernos con su memoria La batalla de Argel, de Gillo Pontercorvo) a la toma de la calle por un batallón de jóvenes glamurosos y desafiantes (y ahí también el recuerdo de Pedro Almodóvar cantando junto a Fabio McNamara en el ya célebre programa de televisión La Edad de Oro) se ubica el tercer tramo de la reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía. Uno de los periodos más sofocantes de la historia del siglo XX, el que va desde 1962 a 1982, cuyo relato ahora recorre 2.200 metros cuadrados del museo bajo el título De la revuelta a la posmodernidad. Cerca de 300 obras (un 90% de ellas nuevas) dispuestas para trazar un paseo por el lado más salvaje del Reina Sofía.
Alberto Corazón: "La herencia de Duchamp es desdichada"
Gordillo: "Quieres escapar hasta que ves que te ha caído otra vez la jaula"
Un recorrido que emprendieron esta misma semana Luis Gordillo (Sevilla, 1934) y Alberto Corazón (Madrid, 1942). Ambos forman parte de esa narración en la que el arte español reflejó cambios fundamentales. Las salas dedicadas a ellos y a los compañeros de su tiempo, aunque no necesariamente de barco, están instaladas esta vez al final del recorrido y no al principio. Del Equipo Crónica a los Esquizos de Madrid, el grupo Trama o ZAJ; de Broto a Manuel Quejido, Luis de Pablo, José Luis Alexanco o Pérez Villata; de Portabella a Muntadas, Colita o Miguel Trillo, entre otros. Lo que ocurrió en España durante esas dos décadas que pasaron del gris franquismo a la multicolor democracia cierra un camino en el que las ideas predominan sobre los nombres propios y que empieza mostrando el mapa global de los movimientos que surgieron de aquel tiempo.
"Yo no me siento mal siendo un conceptual, pero siento que tengo poco en común con mis compañeros conceptuales, aunque coincida con ellos desde el punto de vista histórico y cronológico", afirma Alberto Corazón, presente, entre otras, por sus obras Plaza mayor, análisis de un espacio (1972-1974) o 18 de Julio. Iconografía del dictador (1976), dos piezas basadas en documentos y que representaron a España en la Bienal de Venecia de 1976. Un encuentro histórico fraguado en las últimas horas del franquismo y que, comisariado por Tomás Llorens y Valeriano Bozal, provocó una fuerte controversia entre los artistas presentes y ausentes.
"En este mapa, en esta cartografía del siglo XX que plantea el Museo Reina Sofía, España aparece como un territorio más cuando la realidad es que jamás estuvimos ahí. No nos enteramos de nada. Vimos a Paul Klee en blanco y negro", continúa Corazón. "Pero eso no ocurría solo en España", corrige Gordillo. "Ha habido movimientos estéticos en Europa y en el mundo que han copiado un estilo en blanco y negro. Y la mímesis estilística se ha transformado por el no color. Sí, a nosotros todo nos llegó en blanco y negro y en pequeñito. Pero así conocí yo a Tàpies. Y me entusiasmó".
Gordillo es el único artista español con sala propia en este nuevo recorrido del museo. En su espacio, el conjunto Todos los Hombres Patata quieren a las Mujeres Patata (1984) mira de frente a Serie Blanda A y B (1976) y de soslayo a Payseyes (1979). "En aquel momento Luis replantea la representación a partir de elementos inéditos: las formas blandas, la máscara, lo hipnótico... Una realidad que es fría porque, además, también trabaja con la fotografía", explica Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía para quien Gordillo, con su compleja síntesis de elementos diversos, "genera una obra pictórica propia que en el extranjero no siempre se ha entendido en su totalidad".
El pintor se detiene entonces ante una de sus obras cumbre, Payseyes. "Es bonito, ¿verdad? Me inspiré en una fotografía de Peter Sellers para la serie entera. De cada color saqué 100 y con eso empecé a trabajar. Dibujé muchas posibilidades. Empiezo muchos cuadros de una manera espontánea pero siempre acabo cayendo en la trampa. Quieres escapar y hacer una cosa placentera hasta que te das cuenta de que te ha caído encima otra vez la jaula".
Gordillo y Corazón representan dos formas de vivir en ese "microclima" que surgió en España en pleno aislamiento. Pero además, como ocurre con las islas de un mismo archipiélago o con los miembros de una misma familia, compartían sin saberlo la fuerza de otras corrientes que afloraron sin necesidad de tocarse unas con otras. Quizá por eso, el paso es vibrante en este nuevo espacio en el que las emociones se cruzan con las ideas. Así, nos encontramos con unos loros amarillos (auténticos) que quizá solo son una anécdota dentro de la impresionante pieza de 1967 Tropicália, del brasileño Hélio Oiticica, pero cuya presencia provoca una extraña emoción. "Solo llevan aquí unas semanas y dos de ellos ya se han emparejado. Llevamos un estricto control veterinario", asegura Rosario Peiró, responsable del área de colecciones.
Es ella también quien encontró las tres trompetas gigantes por las que vociferaba Benito Musolini, una pieza de 1968 de Michelangelo Pistoletto que redobla con su sola presencia los postulados del Arte Povera. O quizá es suficiente la intensidad minimalista de la inmensa pared-cuadrícula que durante un mes han dibujado línea a línea las ocho personas encargadas de que esta pieza de Sol LeWitt de 1970 sea parte de la colección del museo.
Gordillo se detiene con admiración ante la obra mientras Borja-Villel explica cómo los artistas integrantes de esa sala (llamada Espacios inespecíficos: arte en los Estados Unidos) marcan un importante cambio: son teóricos que ya no trabajan directamente sobre sus obras. "Ninguno de ellos hacía la obra pero al mismo tiempo la obra es absolutamente personal", afirma. Gordillo añade acercando su cara a la fina malla que cubre la pared: "Hay un elemento del tiempo muy especial, porque él podía haberlo hecho de otra manera, con paneles impresos, por ejemplo, pero no quiere".
Para Corazón la diferencia entre creación artística y experiencia artística importa ahora como importaba entonces. "La herencia de Duchamp, de su urinario, es estéticamente desdichada. Aunque quizá filosóficamente afortunada". Se siente más cómodo junto a las obras de Espacios de vida: las políticas del Arte Povera. "Los italianos poseen la cultura; los americanos, los almacenes".
Entre la memoria y el archivo se mueve un circuito en el que se intuyen decenas de historias sobre los límites entre el arte y la acción política. Sobre el replanteamiento de la figura del artista, la desaparición del objeto y el nacimiento del documento, la fuerza de las periferias, las luchas entre "progres y modernos" o la revolución feminista. Ahí están los desnudos de Esther Ferrer o la instalación de 1969 Arruga, de la argentina Liliana Porter, que permite al visitante concentrar su rabia en un folio que acaba rodando convertido en bola de papel. "No es tanto quién ha estado en contacto con quién, sino cómo surgieron y se conformaron una serie de raíces que nos llevan a la situación actual", tercia Borja-Villel.
De aquellos polvos estos lodos. Dicho de otra manera, este es un recorrido por dos décadas en las que los sueños revolucionarios acabaron entre escombros por la irrupción de ese conservadurismo social y político que llevó al fin de la historia. Por ello, ya en la recta final, una obra de David Wojnarowicz nos muestra al artista con una careta de Rimbaud entre paisajes ruinosos. El poeta de la modernidad convertido en triste máscara de nuestros tiempos.
Del informalismo al diseño industrial
- Luis Gordillo (Sevilla, 1934) es una figura clave del arte español de la última mitad del siglo XX. Toda la trayectoria es un viaje al fondo del cerebro y sus cuadros, que parecen seres vivos,
nacen de la síntesis de elementos que llegan
del informalismo, el arte pop y las corrientes geométricas.
- Alberto Corazón (Madrid, 1942) ha tejido una labor artística que va del campo del diseño industrial a las artes plásticas, de la edición de libros y revistas. En definitiva, es fundamental su contribución desde diferentes campos de acción a la agitación cultural.
Babelia
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