Comienza la era Botella

"Creo en mí porque algún día seré todas las cosas que amo", citó en una ocasión Alberto Ruiz-Gallardón. En eso, el hasta ayer alcalde va por buen camino. Queda por saber si Ana Botella, concejal de Medio Ambiente y Movilidad, también. La edil ha mantenido una discreción absoluta en los últimos meses sobre sus ambiciones pese a que, legal y políticamente, era la primera en la línea de sucesión del regidor si este completaba su anhelado salto a la política nacional. Hoy Gallardón prometerá o jurará su cargo como ministro de Justicia, al tiempo que se celebra un doble pleno municipal con su silla vacía. Antes habrá presentado su renuncia en el registro municipal, pues son responsabilidades incompatibles.

Al frente de la ciudad se quedará, circunstancialmente, el vicealcalde, Manuel Cobo, hasta que, en el plazo de 10 días, los ediles del Partido Popular entreguen el bastón de mando a la número dos en la candidatura y "la mejor de todos nosotros", en palabras de Cobo. A falta de saber si el propio vicealcalde o algún otro miembro del Gobierno local sigue los pasos de Gallardón, aquellos de la lista del PP que se quedaron fuera en mayo ocuparán las vacantes. Otra cosa diferente es el Gobierno local, en el que Botella podría incluir dos o tres nombres que no figuraban en la candidatura en virtud de la Ley de Capitalidad.

Botella (Madrid, 1954) vive en la actualidad en el municipio de Pozuelo de Alarcón con su marido, el expresidente del Gobierno José María Aznar. Precisamente este lazo familiar (y el fulgor público de Gallardón) han oscurecido su figura política. A eso se une el perfil bajo que cultiva desde que llegó al Ayuntamiento de la mano del alcalde en 2003, sin experiencia política alguna y entre dudas (incluso dentro del PP) de su valía. Esa incertidumbre ha aflorado también ahora, pese a que Gallardón se ha empleado a fondo en convencer a propios y extraños: "Yo he trabajado mucho con ella y sé de su capacidad de trabajo y de conexión directamente con los ciudadanos".

Sin embargo, los precedentes no invitan al optimismo en lo que se refiere a esa "conexión directa", puesto que han sido precisamente sus titubeos dialécticos y el excesivo celo con el que defiende sus políticas lo que ha caracterizado e incluso caricaturizado su imagen política. Más allá de sus pifias verbales y cierta opacidad informativa en un Ayuntamiento caracterizado por la transparencia, Botella ha demostrado combinar principios conservadores (en aborto o derechos de los homosexuales) con ideas más progresistas (en inmigración, igualdad o libertad religiosa).

En lo personal, Botella se definió así en 1998: "Soy normal. Tengo una inteligencia media. Pero tengo fuerza de voluntad. Psicológicamente soy fuerte. Algo inestable. Pero soy más fuerte en los momentos difíciles".

Botella, licenciada en Derecho y funcionaria, entró en 2003 en el Gobierno local como número tres en la lista del PP y asumió el puesto de concejal de Empleo y Asuntos Sociales. Cuatro años después fue segunda ya en la candidatura y concejal de Medio Ambiente, como en 2011, cuando sumó además las competencias de Movilidad. En los últimos meses, ante la preocupación ciudadana creciente por la contaminación, ha llegado a defender que no existe una boina de polución sobre la ciudad.

Hereda un Ayuntamiento con las cuentas apretadas pero bajo control. El presupuesto para 2012, que se aprueba hoy, apenas permite alegrías: la inversión sigue congelada, fruto del fuerte descenso de ingresos por la crisis y de una deuda de 6.348 millones.

Queda ahora por saber si Botella confirmará al Gobierno heredado de Gallardón (en caso de que el exalcalde, que en Justicia tampoco tendrá mucho margen, u otro ministro no fiche a alguno de sus miembros), o si introducirá caras nuevas, bien de la bancada de concejales o traídos de fuera.