Un nuevo dispositivo mejora la sincronización cardiaca
El hospital Clínico de Barcelona es el primer y hasta ahora único centro en el mundo que ha empezado a aplicar un nuevo sistema, a semejanza en la forma externa y en su colocación del marcapasos, para la optimización de la llamada resincronización cardiaca. El pequeño dispositivo ha demostrado su eficacia y seguridad tras varios estudios multicéntricos internacionales en los que han participado más de 4.000 enfermos con insuficiencia cardiaca (IC) que no responden al tratamiento de resincronización.
Para el cardiólogo Josep Brugada, director médico del Clínico, la IC se está convirtiendo en un serio problema de salud pública por su imparable aumento en las sociedades desarrolladas: "Uno de los motivos más destacados es el envejecimiento de la población. En su fase más grave, el paciente tiene una pésima calidad de vida y una esperanza de vida inferior a la de un enfermo de cáncer. También debemos considerar que el 40% de estos pacientes hospitalizados mueren o son reingresados dentro del año siguiente al diagnóstico".
Impulsos al corazón
Según explicó, hay diferentes tratamientos, como los farmacológicos o la resincronización, que consiste en implantar en el enfermo un dispositivo para enviar impulsos eléctricos al corazón en un momento concreto del ciclo cardiaco. Para obtener una mejor respuesta, el paciente precisa de ajustes personalizados con intervención manual. "Este sistema está fracasando en el 30% de los casos, de ahí que se empezara a investigar en un procedimiento de optimización de resincronización para ese subgrupo. Pasado todo ese periodo, lo hemos llevado ya a la práctica clínica como primer y por el momento único hospital del mundo".
El nuevo sistema es capaz de autoajustarse cada semana, por lo que no está limitado a las visitas al hospital para los ajustes por el personal sanitario. De pequeño tamaño y poco peso, se coloca bajo la piel, generalmente en la región de las costillas. Es, con funciones muy diferentes, otro tipo de marcapasos.
Si se estima que actualmente unos 20 millones de europeos sufren IC. Está previsto que para 2020 esa cifra se eleve a 30 millones. En muchos casos, el problema aparece en gente joven secundario a un infarto de miocardio.
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