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Reportaje:Economía global

El crédito se cierra para el Este europeo

Rumanía ejemplifica los problemas de la retirada de fondos de la banca austriaca

"No querría tener que recordar a nuestros amigos europeos cuánto nos condicionó la privatización del sistema bancario para adherirnos a la Unión Europea". Con esta rotundidad se expresaba a finales de noviembre el presidente rumano, Traian Basescu, cuando la autoridad austriaca de los mercados financieros y el Banco Nacional exigieron a sus entidades que cortaran el grifo del crédito a los países de la Europa del Este.

Pese a que la economía de la zona sigue creciendo -en Rumanía el PIB ha crecido un 2% en lo que va de año-, los organismos del país centroeuropeo decidieron aumentar las reservas de sus propios fondos de un 2% a un 3% y recortar la concesión excesiva de créditos. Estas medidas se adoptaron tras la amenaza de la agencia Moody's de que está examinando las perspectivas de calificación de la deuda austriaca, al igual que las de los demás Estados de la zona euro.

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"Los bancos extranjeros obtuvieron enormes beneficios en Rumanía, por lo que sería una falta de juego limpio y moralidad que abandonasen la economía nacional sin financiación en tiempos de crisis", precisó el máximo mandatario, que se marcó como objetivo luchar contra la fragmentación de la gran familia europea y la Europa a dos velocidades.

"A principios de los años noventa, ningún rumano tenía una tarjeta de crédito, ni de débito, sino una libreta de ahorro en el banco nacional", contaba el europarlamentario del Partido Demócrata Liberal, de centro-derecha, Theodor Stolojan, quien precisó que "los bancos se lanzaron hacia la conquista de un mercado virgen".

La intrusión de la banca en el incipiente sistema financiero de la Europa Central y del Este provocó que las nuevas entidades se movieran a sus anchas. "Practicaron en Rumanía tipos de comisiones y tasas que no se hubieran atrevido a hacer en sus propios países", denuncia Stolojan.

Las autoridades húngaras, por su parte, investigan si siete bancos austriacos, entre los que se encuentran Erste y Raiffeisen, junto al italiano Unicredit, alcanzaron un acuerdo para subir los tipos de interés de los créditos hipotecarios. Estas tres entidades reconocieron que están obligadas a revisar sus planes de refinanciación local. "Es normal evaluar en qué país invertir, cuáles son los más caros y menos, y, en ese sentido, Rumanía gana", se defendió el presidente de Raiffeisen Bank Romania, Steven van Groningen.

Los austriacos temen una quiebra del Estado inducida similar a la de Irlanda, que tuvo que pedir un rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la bancarrota. Las instituciones bancarias llegaron a invertir más de 300.000 millones de euros en la Europa Central y oriental, más que su propio producto interior bruto. Y se estima que entre el 6% y el 40% podrían ser activos tóxicos. De ahí que los supervisores austriacos hayan dado instrucciones a las principales entidades del país a limitar en el futuro el crédito a sus subsidiarias en la Europa emergente. El objetivo no es otro que evitar que el Gobierno tenga que rescatar a los bancos por sus pérdidas en el Este, lo que, además, conllevaría la privación inmediata de la máxima calificación soberana del país.

Los líderes de la Unión Europea, por su parte, decidieron exigir a los bancos de la zona que incrementaran su capital de máxima calidad hasta el 9%; es decir, reunir unos 100.000 millones de euros para junio de 2012.

Rumanía y Polonia insistieron en que esta recapitalización no se realice mediante la retirada del banco madre de la filial que se halla en estos países. "Si un banco extranjero retira capital de la sucursal de Rumanía, el crédito sufrirá", explicó Lucian Croitoru, consejero del gobernador del Banco Nacional rumano. En otras palabras, explica, se ejercerá una mayor presión sobre el leu (la divisa rumana), el tipo de interés subirá y el Estado y los particulares tendrán grandes dificultades para acceder a préstamos.

Los expertos están denominando este momento como el "trágico final del colonialismo financiero", después de que los bancos austriacos y griegos invadieran el mercado rumano apropiándose de más del 50% de este sector estratégico desde 2001.

Con 544 sucursales, cerca de 6.000 empleados y con casi dos millones de clientes en Rumanía, Raiffasen Bank obtuvo un beneficio de 60 millones de euros, un 29,1% menos, en los primeros nueve meses del año. En Europa Central y del Este, la compañía está radicada también en Bulgaria, Hungría, Serbia, Chequia, Albania y Kosovo, entre otros muchos, por lo que se teme que estos países se tengan que enfrentar a una brusca restricción del crédito.

"Se privatizó, pero esto no significa que se pueda colocar a Rumanía en una situación complicada, puesto que nadie nos dijo: amigos, vender los bancos, que luego haremos lo que queramos nosotros", concluyó Basescu. -

El presidente de Rumanía, Traian Basescu, en una reciente cumbre europea.
El presidente de Rumanía, Traian Basescu, en una reciente cumbre europea.FRANCOIS LENOIR (REUTERS)

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