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Reportaje:

Escribano intenta reventar las escuchas

El exdiputado del PP aseguró al juez que conoció la investigación cuando se lo comunicó el Parlamento - Semanas antes había preguntado al fiscal por el caso

La policía, el juez de Ferrol que empezó a instruir el caso, los magistrados del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) que decidieron imputarlo por tráfico de influencias y cohecho, los fiscales de ambas instancias judiciales, la cúpula del PP gallego y, mejor que nadie, el propio Javier Escribano saben que los pinchazos telefónicos del caso Arena son demoledores. Que las grabaciones en las que el empresario Fermín Duarte confesó a una familiar directa que regaló su Porsche Boxter al político mientras pactaba otras prebendas para que hiciese gestiones en la Xunta a favor de su firma de áridos, así como el resto de charlas en la que el propio Escribano admitió a su entorno que la dirección del PP le estaba presionando para que dimitiera cuando aún el sumario era secreto, son más que suficientes para sentar al exdiputado en el banquillo. Y para abrir otra causa que investigue un delito de revelación de secretos por la fuga de información que puso a los populares sobre la pista de las pesquisas policiales.

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Por eso el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Ferrol, Alejandro Morán Llordén, remitió la causa al Tribunal Superior de Xutiza de A Coruña. Por eso, pese a la resistencia inicial de alguno de sus magistrados, se acordó la imputación del parlamentario popular en plena campaña electoral. Por eso el PP gallego, y sobre todo el coruñés, capitaneado por su líder, el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, llevaba semanas intentando que el diputado abandonase su escaño. Y por eso también Escribano y su defensa se afanan ahora en lograr que esos pinchazos telefónicos sean considerados nulos y se invalide la parte central de la investigación de la policía.

El propio letrado de Escribano lo proclamó a la prensa el pasado viernes después de que su defendido declarase durante tres horas y media en el juzgado de Ferrol. No hay caso porque "las escuchas son ilegales". Anunció que pronto reclamaría el archivo de la causa. Ayer formalizó la petición en el juzgado. Su defensa parte de la hipótesis de que el juez de Ferrol se extralimitó investigando a Escribano durante semanas cuando aún tenía la condición de aforado.

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La idea es censurar que no hubiera remitido la causa al Tribunal Superior en cuanto saltó el nombre de un parlamentario. Así lo reclamó la policía, pero, en lugar de hacerlo, el juez Morán Llordén siguió cargándose de pruebas con el respaldo del fiscal del caso para remitir un escrito razonado al TSXG. En cuanto surgió la conversación del Porsche envió la causa al Superior y para entonces, la brigada de delitos económicos de la policía ya había tomado fotos de Escribano junto a Duarte, y documentado las citas entre el exparlamentario y Negreira, en las que, según comentó el primero a sus allegados en charlas grabadas por la policía, el alcalde de A Coruña le estaba coaccionando para que dejase su acta de diputado.

De acuerdo con la estrategia de anular los pinchazos, se entienden sus respuestas al juez en su larga comparecencia del pasado viernes. Además de presentar supuestas facturas del Porsche que el propio Escribano dijo tener "preparadas" en una de sus múltiples charlas telefónicas cuando ya intuía que le estaban investigando, y de asegurar que no hubo dádiva sino una operación de compraventa (tesis que ratificó el empresario ante el juez, pese a que Duarte había admitido a una familiar que regaló el deportivo) el exdiputado aseguró que solo supo del caso cuando el Parlamento recibió la notificación del TSXG para que acreditase su condición de aforado. O sea, el 27 de octubre. Dos días antes de dimitir. Y un par de semanas después de haber contado a una amiga fiscal en Barcelona, en una llamada tras reunirse con Negreira en un bar del centro de A Coruña, que la dirección del PP le presionaba para que dejase su escaño.

Según fuentes judiciales, la anulación de las escuchas a Escribano justo en esos días en que empezó a cantar no solo facilitaría su absolución de los delitos de cohecho y tráfico de influencias, también dejarían en nada el soplo que frustró la investigación y sobre el que sigue indagando la policía por orden del mismo juez de Ferrol. En su testimonio del viernes en el juzgado, el político del PP declinó responder a la pregunta directa del juez cuando le interpeló sobre si fue Negreira quien le dio el chivatazo. Alegó que acudía como imputado por cohecho y tráfico de influencias, no para aclarar una revelación de secretos. Aun así Escribano quiso dejar claro que la primera noticia que tuvo sobre la investigación fue el escrito del Parlamento.

A la espera de si finalmente su defensa logra invalidar las grabaciones, esa tesis deja en el aire muchos interrogantes. ¿Qué fue lo que llevó a Escribano a presentarse ante un fiscal del TSXG para preguntarle si se le estaba investigando cuando el sumario aún era secreto? ¿Por qué adujo -en distintas reuniones con dirigentes del PP durante el mes de septiembre, siempre previas a la notificación al Parlamento- que el Porsche lo había comprado él y que podía probarlo, para negarse a dimitir?

Con la decisión de negar de ese modo el chivatazo, Escribano va más lejos que la dirección del PP. Preguntado sobre cuándo y cómo conoció que la policía investigaba a Escribano, el presidente de la Xunta y del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, subrayó el 17 de noviembre que tuvo "conocimiento expreso" el día en que la comunicación del TSXG llegó a la Cámara. Pero dejó entrever que ya antes había oído campanas cuando aseguró que sobre "rumorología y conversaciones" no iba a pronunciarse. "Hay tantas, unas se trasladan, otras se confirman, otras no son verdad", alegó el presidente en rueda de prensa.

A la mañana siguiente, el conselleiro de Presidencia y secretario general del PP, Alfonso Rueda, calcó la explicación y dijo que el "conocimiento expreso" lo tuvo su partido cuando leyó la resolución del Tribunal Superior. A diferencia de ambos, el propio Negreira, quien, según fuentes cercanas al PP, sigue manteniendo una relación cordial con Escribano, negó desde el día en que estalló el caso que él hubiera puesto sobre aviso al diputado coruñés y ya entonces afirmó que también se enteró de todo por el Parlamento. No es lo que dice el informe de la Brigada de Delitos Económicos, según el cual, a la policía "no le cabe duda" de que el PP conocía la investigación en marcha.

El 'engaño' a Duarte

Además de intentar desmentir el soplo, el exdiputado popular también negó al juez que mediase ante el Gobierno gallego para favorecer a Duarte. Dejó entrever que aunque en las escuchas anunciase reuniones con distintos integrantes del Ejecutivo, esos encuentros no llegaron a producirse. Incluso llegó a entregar documentación para probar que el 22 de octubre - cuando debía tener lugar una de las citas- él estaba en Barcelona. Y presentó más papeles, estos del Parlamento, para alegar que él no formaba parte de la comisión parlamentaria que, según le contó a Duarte por teléfono, le iba a propiciar el contacto con un conselleiro.

Según fuentes cercanas al caso, lejos de reconocer tratos y negocios que incluían comisiones ilegales con Duarte (que figuran en otras de las charlas interceptadas por la policía al empresario, en la que éste da a entender que Escribano percibirá un porcentaje de los beneficios de la empresa), adujo que en realidad le estaba dando largas. En lugar de ayudarle, estaba engañando a Duarte.

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