¿En qué pensaban entonces?
Por fin un estudio de la Universidad Estatal de Ohio ha venido a rebatir una de las insidias más pertinaces sobre la mentalidad masculina. Pese a siglos o milenios de intoxicación ideológica, ahora sabemos que no es cierto que los hombres estén siempre pensando en lo mismo: solo lo hacen -pensar en ello- 18,6 veces al día. Es verdad que la dispersión de la muestra es notable y que, por ejemplo, hay alguno que llegó a pensar en el sexo 388 veces diarias, pero también hubo otro que no pasó de una vez monda y lironda. Al menos solo reconoció haberlo pensado una vez. Y quizá el de las 388 también fue un punto exagerado, como ya sabemos que suelen ser los hombres en esta materia sin necesidad de ningún estudio. Entre unos y otros, la media se queda en esas escuetas 18,6 veces que en modo alguno justifican la leyenda negra sobre el sexo masculino. Por dar una comparación, tomada también del trabajo recién publicado en el Journal of Sex Research, los mismos hombres pensaron en dormir 11 veces al día, y otras 18 en comer, que sumadas dan mucho más que lo del sexo. Una llamada de atención contra tanto tópico y tanto infundio interesado.
Y las revelaciones no se quedan ahí ni mucho menos, porque los mismos investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han descubierto otro resultado casi más escandaloso: que las mujeres también piensan en el sexo. Es cierto que no llegan ni a 10 veces (9,9 para ser exactos), pero aquí también hay mucha dispersión, y lo mismo que hay mujeres de una vez, las hay de 140, siempre refiriéndonos al mero hecho de pensar en ello. Habrá quien piense que esta última debería irse con el de las 388, pero el experimento no se metió mucho en esos detalles. Bastante tenían los investigadores con respirar la atmósfera saturada de hormonas del laboratorio donde investigaron a 283 estudiantes universitarios de ambos sexos, algunos quizá con la cara llena de granos.
Otro tópico a la basura: los individuos de ambos sexos que más pensaron en hacerlo fueron justo los que tenían una vida sexual más satisfactoria, y no los que ya estaba suponiendo todo el mundo. Por cierto que las chicas también pensaron menos que los chicos en comer o dormir. Queda para otro trabajo saber en qué estaban pensando entonces.
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