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Reportaje:TENIS | Final de la Copa Davis

Dos tipos duros

Nadal pasa por encima de Mónaco y Ferrer consigue el segundo punto para España en un partido de poder a poder ante Del Potro - El dobles puede conseguir hoy la Ensaladera

Sobre la tierra batida de Sevilla, el pulga y el linterna, que dicen en Andalucía. David Ferrer, el tenista más bajo de los 15 mejores (1,75m), contra Juan Martín del Potro, el más alto (1,98m). Son las piernas del español contra los mazazos del argentino. Son los restos de Ferrer contra los saques de Del Potro. Son dos rivales de colmillo retorcido echando un pulso en La Cartuja, la caldera de Sevilla. Nada queda del silencioso triunfo de Rafael Nadal sobre Juan Mónaco (6-1, 6-1 y 6-2), que abrió la jornada. Nada queda de la bruma con la que se despierta el día, ni de la lluvia y las goteras que deja la mañana en la pista. Lo que hay es noche negra, focos brillantes y gargantas peladas. Roncos gritos de guerra, palmas sevillanas y silbidos hirientes en oídos ensordecidos. Es la final de la Copa Davis. Hay pólvora en la grada, huele a pólvora en la pista: tiro a tiro, bala a bala, Ferrer vence (6-2, 6-7, 3-6, 6-4 y 6-3) en un maratón (4h 44m) a un Del Potro agotado. España domina 2-0 a Argentina en el cruce decisivo.

El alicantino a superó dos sets de desventaja contra Stepanek en la fianl de 2009
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Hoy (16.00, TVE-1) se juega el dobles, que enfrentará a Feliciano López y Fernando Verdasco contra David Nalbandian y Eduardo Schwank. Por segunda vez en su carrera, la pareja española podrá lograr el punto decisivo, como ocurrió en 2009 y ante la República Checa. Podrían quedar, sin embargo, tres partidos con mucha chicha y un puñado de variables intrigantes: cómo responderá a la presión la pareja española, en qué estado se encontrará el dolorido tendón rotuliano de Nadal si debe jugar el domingo y cuánta gasolina le quedará a Del Potro y Nalbandian si es preciso que disputen los encuentros decisivos. Una cosa es segura: si Ferrer debe competir el último punto, lo hará hecho una fiera.

Así remonta el alicantino, que ya superó dos sets de desventaja ante el checo Stepanek en la final de 2009. Se juega bajo un frío intenso. En la grada hay abrigos y bufandas. En el albero sobra todo. El calor es ahí intenso, disputadísimos como son los intercambios, violentos como son los puntos. Suenan los tambores. Canta la grada mientras las barras argentinas saltan como si estuvieran en la Bombonera. Ferrer patina por su vida. Resbala por la arcilla. Va cediendo terreno. Ya no está sobre la línea de fondo, como al comienzo del encuentro. Golpe a golpe retrocede. A un metro de la línea comienza. A dos se hunde. Ya rozando la valla, en posiciones inverosímiles, va recuperando pelotas que ya no existían, devolviéndoles la vida.

"¡España! ¡España!", le grita su gente mientras pide ánimos. "¡Vamos, vamos, Argentina!", le cantan los contrarios. Sufre Ferrer con la derecha de Del Potro, que se queda a dos puntos (2-6, 7-6, 6-3, 4-4 y 30-30) de servir por el partido e igualar la eliminatoria.

Antes de eso, estuvo el triunfo de Nadal. No fue una cosa cualquiera. Significó su 19ª victoria consecutiva en la competición, que le ha visto ganar 31 sets seguidos, y, probablemente, el debut más contundente en una final en la historia de la Davis: solo cedió cuatro juegos. "¡Date prisa Rafa, que se enfría el asado!", gritaban hasta los argentinos. El mallorquín solo perdió 16 puntos con su servicio. No se enfrentó a ningún punto de break. Sumó 14 opciones de rotura.

Fue una masacre. Lo mismo que el Ferrer-Del Potro, pero en muy distinto sentido. Si en el partido inaugural fue Mónaco quien se marchó destrozado, cubierto de arena y sangre, rojos los pantalones de arcilla, rojas las rodillas y los codos de heridas, en el siguiente fueron los dos contrincantes quienes se sometieron a una tortura constante. No hubo prisioneros. No quedaron heridos a los que observar desde los tendidos. No hubo más que sudor, golpes retorcidos, sufrimientos y rugidos. En ese duelo la masacre estuvo en los sentidos. Ferrer, que llegó a abusar del revés cruzado, jugó con las piernas, corriendo, y los ojos, anticipándose con dejadas a ese contrario emboscado en el fondo. Del Potro compitió con los brazos, pegando derechazos, el olfato, que le permitió identificar sus ocasiones, y los oídos: a cada grito de apoyo respondió con otro; a cada canción, con un tiro. De los cuatro tenistas que compitieron ayer en Sevilla, solo él disparó el saque por encima de los 200 kilómetros por hora.

No le sirvió de nada: en la quinta manga, Ferrer, que ha jugado 13 partidos más que él en 2011 y venía de disputar la Copa de Maestros, impuso sus pulmones, su fe y su derecha. Fue el suyo un partido para fuertes: ganó exactamente el mismo número de puntos que Del Potro (149). Es el sello de su equipo. De Nadal a Ferrer, España gobierna 2-0 la final gracias a dos tipos duros.

Los integrantes del equipo español de Copa Davis posan con el trofeo.
Los integrantes del equipo español de Copa Davis posan con el trofeo.ALEJANDRO RUESGA

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