Castiza con acento germánico
Emmy Klimsch llegó a Madrid de adolescente, en los albores del siglo XX. Quedó atrapada por la ciudad y retrató su cotidianidad en unas fotos que, inesperadamente, se han convertido en un valioso archivo histórico
Emmy Klimsch (1885-1974) no fue reportera, ni siquiera fotógrafa profesional. Fue una mujer de familia acomodada, hija y sobrina de banqueros alemanes, que llegó de adolescente a Madrid y que ya nunca dejó de retratar esa ciudad que le fascinaba y le desconcertaba a partes iguales. Su curiosidad la llevó a fotografiar calles, plazas, paisajes y personajes de Madrid y alrededores entre la década de los veinte y la de los cuarenta. Probablemente jamás pensó que esas imágenes pudiesen ser vistas fuera de su círculo familiar. Mucho menos publicadas en un libro. Y así hubiera sucedido de no ser por el arqueólogo y arabista Juan Zozaya Stabel-Hansen, hijo de una buena amiga de Emmy, que compró 16 cajas con las 900 vistas estereoscópicas (en placas de cristal) que tanto le habían entretenido de niño, cuando visitaba la casa de la fotógra-fa. El libro El Madrid de Emmy Klimsch (Ed. Temporae) recupera ahora esas imágenes inéditas.
"Se hizo muy madrileña; nunca quiso volver a Alemania", relata Zozaya, que la conoció con 11 años y participó ya de adulto en las tertulias que organizaba Emmy en su casa de la calle de Serrano. Era una "castiza con acento germánico", casada con un alemán, Franz Hause, al que ella llamaba Paco, que "se negaba a estar encerrada en su casa". Viajó mucho, a lo que entonces eran pueblos no tan cercanos de la capital como Leganés o Getafe, pero también por toda la Península. En Madrid retrató las fiestas de San Isidro en la Pradera, los merenderos de Puerta de Hierro, a las lavanderas en el río Manzanares... Es obvio que no todas las veces disparaba ella -aparece en muchas imágenes-, sino su marido, según cree Zozaya. "Pero sí son suyas las anotaciones de fecha, lugar y personajes, que convierten la colección de Emmy en un archivo histórico".