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Reportaje:

Valentía todoterreno

Ignacio Corcuera es el único piloto vasco que participa en el Dakar - Tratará de completar el 'raid' más duro del mundo en solitario

Ignacio Corcuera (Bilbao, 1963), apodado Livingstone, lleva 14 años preparándose para participar en el Dakar, el raid más duro del mundo, que este año recorrerá más de 900 kilómetros en 14 días desde Mar de Plata (Argentina) hasta Lima (Perú) a través del desierto de Atacama (Chile). Es el único piloto vasco y quiere completar la prueba, que arranca el 1 de enero, en solitario. "Es un sueño, es el culmen de estos años en la competición porque el Dakar es la Fórmula 1 del todoterreno", apunta.

Corcuera ha participado ya en decenas de pruebas complicadas (logró localizar los cuatro puntos cardinales de Libia dentro de la Lybian Winds Rose, de más de 8.500 kilómetros y el Rally de los Faraones, considerado el segundo más duro del mundo), pero este es su mayor reto personal. Si lo logra sería el primer piloto que lo consigue en solitario a la primera. Al plantearle la parte que más teme, señala: "En los dakares lo más duro es siempre cuando se transita por los desiertos de arena. Cuando se hacía en África la piedra de toque era Mauritania, la que determinaba quién pasaba y quien no. En este Dakar sudamericano será el desierto de Atacama".

Se ha preparado psicológicamente para dominar la fatiga y reforzar la voluntad
"Conducir solo no es un hándicap, sino un reto", dice Corcuera

Su peor trago en una aventura fue en la vuelta a Senegal en solitario intentando localizar el punto más extremo del país, en la frontera con Guinea. "De pronto la pista se convirtió en una ciénaga, el coche se quedó a punto del vuelco. Era imposible sacarlo de allí. Me acerqué a una aldea y hablando ese lenguaje internacional que es la solidaridad, sacamos el coche, de más de 2.500 kilos, con ayuda de la gente del poblado y unas herramientas del neolítico", rememora.

Respecto a la preparación personal para una prueba de este tipo, en la que deberá conducir diez horas diarias con el crono encima, Corcuera hace hincapié en el plano psicológico. "Hay que trabajar el reforzamiento de la voluntad, dominar la fatiga, el sueño, el hambre, la sed...", indica el aventurero, que tiene una hija de 15 años. ¿Y en qué piensa cuando transita solo por lugares inhóspitos? "Tienes que creer en tí mismo y en el proyecto que tienes entre manos". Y añade: "Conducir en solitario no es un hándicap, sino un reto. Cualquier dificultad se magnifica".

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Cuando se le pregunta por qué ese empeño en completar las pruebas solo, Livingstone bromea apuntando a sus orígenes bilbaínos, pero enseguida matiza: "Porque es un reto. En el circo se llama 'el más difícil todavía'. Yo no corro el Dakar contra nadie, solo contra mí", señala. No ignora o minimiza los riesgos. "Nosotros no nos jugamos una lesión, sino la vida. El Dakar, con todas sus medidas de seguridad, está lleno de fallecimientos y heridos graves. No se puede tomar a la ligera". Si el reto le sale mal y, "como ordena la estadística", fracasa, volverá a intentarlo.

El bilbaíno Ignacio Corcuera en su despacho donde acumula objetos y fotografías de sus múltiples viajes.
El bilbaíno Ignacio Corcuera en su despacho donde acumula objetos y fotografías de sus múltiples viajes.TXETXU BERRUEZO

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