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Columna
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La senda electoral de los recortes

Jorge Galindo

"El Partido Popular de la Comunidad Valenciana dobla al PSPV" parece un buen titular para lo que sucedió el domingo en las urnas. Y es matemáticamente correcto, en todos los sentidos: porcentaje (53,3%-26,7%), escaños (20-10) y votos totales (1.390.000-695.000). Pero la verdad es que, como resumen, es algo pobre. "El PPCV se estanca, mientras el PSPV se hunde al mismo ritmo que en el resto de España" resulta, sin duda, más acertado. La consecuencia política puede ser la de un sistema de partidos con una derecha hegemónica y una izquierda disgregada, teniendo un eje en el centro con UPyD. Pero las derivaciones importantes serán económicas. Porque, aunque pueda parecer lo contrario, en estos días inciertos política y economía están más ligadas que nunca.

Los partidos mayoritarios han de fijarse en los minoritarios como captadores de votos

Comencemos con el análisis electoral. Por primera vez en unas generales, los populares han perdido votos, aunque pocos: menos de 30.000. Todos ellos en la provincia de Valencia, y la mayoría (20.000) en la capital, lo que viene a confirmar la tendencia negativa de las autonómicas y municipales. El PSPV se ha situado en niveles de 1979, perdiendo medio millón de sufragios y 14 puntos porcentuales, también con especial profundidad en la provincia de Valencia. Graneros de votos socialistas, como Gandia, Paterna o Alaquàs han sufrido caídas de hasta 20 puntos. Para algunos, esto ha sido la gota que ha colmado el vaso: mientras se escriben estas líneas, Manuel Mata está lanzando una carta abierta a través de su blog para impulsar un cambio en el PSPV, orientado claramente hacia la socialdemocracia. En el PPCV no se advierten movimientos públicos, pero la falta de euforia desatada habitual en otras jornadas postelectorales deja entrever la reflexión interna. Así, la pregunta más inmediata que flotó la noche del domingo sobre las sedes de las calles de Quart y de Blanquerías es: ¿dónde fueron los votos?

La primera respuesta que suele darse es "a la abstención", pero el incremento de estos comicios apenas justifica unos cien mil votos del movimiento global. Así que los partidos mayoritarios han de fijarse en los minoritarios como captadores de votos. Por la izquierda, Compromís y EUPV han ganado 190.000 votos (la mitad cada uno) respecto a 2008, probablemente muchos de ellos provienen de desencantados con el PSOE tras el giro de política económica en mayo de 2010. Esto coincide con las voces más críticas dentro de los socialistas valencianos. Por el centro, UPyD ha dado la campanada, metiendo al otrora actor Toni Cantó en el Congreso. Este partido-bisagra (ideológicamente hablando) saca votos de los núcleos urbanos, principalmente, así como en la primera y segunda corona metropolitana que habla en castellano. Parece relativamente seguro especular con una absorción casi total de los votantes más moderados del PPCV, así como un buen puñado del mismo perfil respecto al PSPV.

Esta situación refuerza en Madrid los resultados de las elecciones autonómicas del 22 de mayo: los bloques de votos ideológicos (a izquierda y derecha) se mantienen, pero para la izquierda la división en partidos se hace más profunda, siendo que el PSPV capitaliza menos de dos tercios de esta tendencia. Como el Partido Popular sigue acaparando más del 90% de votos de centro-derecha y derecha, el resultado es un esquema de partido casi hegemónico, a pesar de su estancamiento. Todo parece indicar que, tras aguantar hasta tener a Rajoy en el Gobierno, el PPCV comenzará con los recortes más temprano que tarde. La coordinación y la aplicación de las medidas se presenta sencilla, dado que la oposición no puede detenerlas en ninguno de los Parlamentos.

¿Quién hará las veces de oposición? ¿Quién será el contrapeso para las medidas liberal-conservadoras? A buen seguro, un buen puñado de miembros del PSPV quieren que sea su partido, como resultaría lógico. Pero, siendo realistas, ni su situación interna ni su presencia institucional se lo van a permitir en los próximos años: poca representación parlamentaria y mediática, y un fuerte debate entre corrientes ideológicas. Así pues, quedan EUPV y Compromís. Ambos optarán por continuar su actual estrategia de mantener un pie en las instituciones y otro en la calle. Su discurso, radical sin ser extremo, parece haberles brindado unos buenos resultados electorales, si bien no excepcionales habida cuenta de que no han podido absorber ni la mitad de la pérdida del centro-izquierda socialista. Así las cosas, su situación es menos fuerte de lo que podría parecer, con varios apoyos "de prestado" y otros que no alcanzaron a conseguir.

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Pero lo triste para la oposición es que el PPCV ni siquiera ha de preocuparse demasiado por responder a estas críticas, porque al venir de una izquierda lejana al centro, no afectan en ningún caso a su base de votos. Por tanto, podrá seguir adelante con su programa, con el horizonte electoral a cuatro años vista y cada vez menos afectados por la gestión del equipo de Camps. El terreno está, pues, despejado para los recortes. Y, como ya advirtió María Dolores de Cospedal antes del 20-N, a lo único a lo que tendrán que hacer frente es a las protestas en las calles.

Jorge Galindo es sociólogo.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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