Las coartadas se tambalean en el juicio del 'caso Marta'
La vista oral deja en evidencia las contradicciones de los acusados - Carcaño, definido como un egoísta manipulador
Tras una instrucción judicial plagada de sobresaltos, cambios de versiones y una búsqueda del cadáver sin éxito, la desaparición de la menor sevillana Marta del Castillo en 2009 afrontaba hace un mes el juicio sin sorpresas a la vista y con la esperanza de que apareciera el cuerpo de la chica. Y de nuevo, en el enrevesado caso Marta, las previsiones saltaron por los aires.
El menor Javier García El Cuco fue condenado por su implicación en el crimen la pasada primavera y ahora, cuatro adultos se sientan en el banquillo de los acusados. Carcaño como autor confeso de la muerte de Marta y su amigo Samuel Benítez, el hermano de Carcaño, Javier Delgado, y su novia, María García, por encubrir el crimen y un delito contra la integridad moral de la familia de Marta. La fiscalía considera que Carcaño y El Cuco violaron y asfixiaron a Marta con un cable y luego los tres cómplices colaboraron para deshacerse del cuerpo.
El autor confeso de la muerte aspira a ser condenado solo por homicidio
Ahora, la vista oral afronta su última semana tras la novedad de un testigo sorpresa que ha dado un gran impulso a la acusación del fiscal, desbarata la coartada de Delgado, y afecta a la de su pareja María García.
Cuando las sesiones transcurrían según el guion previsto por las defensas (más contradicciones sutiles, más medias verdades), el fiscal dejó a la sala muda al relatar que disponía de un testigo sorpresa: un taxista que asegura que la noche del crimen trasladó a Delgado desde su bar de copas hasta su casa, que albergó la escena del crimen. Fue entre las 0.15 y las 0.30, una franja horaria en la que Delgado declaró haber estado trabajando. El inesperado testimonio que ha tumbado su coartada afectaría también al de su novia, que declaró que estuvo estudiando entre la medianoche y las dos de la madrugada y que Delgado llegó más tarde.
La "excepcionalidad" del testigo sorpresa fue mayúscula, tal y como resaltaron los magistrados: "En los 85 años de experiencia profesional que suman los integrantes de este tribunal en la jurisdicción penal, es la primera vez que una situación así se les plantea". El taxista condensó un relato del supuesto trayecto con Delgado preñado de detalles pese a que desde entonces han transcurrido casi tres años. Dijo reconocerle con una seguridad "del 100%". "Estaba bien pelado al estilo militar. Pelo canoso y barba. Iba vestido de oscuro y con una chaqueta con doble bolsillo. Llevaba una bolsa de plástico con botellas (...) Tenía una voz muy ronca, una verruga, y me miraba muy profundamente".
El taxista explicó que había querido "desahogarse" antes y acudir a la policía, pero su mujer le había frenado porque consideró que la policía dispondría ya de suficientes pruebas. Tras su declaración, la mujer contó entre lágrimas un testimonio si cabe más verídico porque sus palabras desprendían un temor a ulteriores represalias mezclado con cierto arrepentimiento al haber aconsejado a su marido que no acudiera a denunciar.
Delgado declaró que había abandonado su casa a las 20.30 y regresado a las tres de la madrugada y que su hermano le ocultó el crimen. La noche de la desaparición de Marta, Delgado dijo inicialmente que no conocía a la menor y luego admitió haberla visto esa tarde en el piso, según reveló una testigo al tribunal.
Sin embargo, si bien el testimonio del taxista desbarata la coartada de Delgado, la acusación contra Benítez no es tan sólida. Ninguno de los testigos que le acompañaron la noche del crimen afirmó haber estado con él entre las 21.15 y las 22.30, unas horas que encajarían con el relato del fiscal. Pero uno de los policías declaró que no hay evidencias científicas que le sitúen en la escena del crimen, al margen de su declaración policial en la que se autoinculpó. Tanto Benítez como Carcaño y El Cuco habían desvelado su participación en los hechos, pero más tarde alteraron y adornaron sin complejos sus posteriores versiones.
El principal acusado, el único en prisión preventiva, defiende su última versión: mató a Marta con un cenicero y sus dos amigos trasladaron el cuerpo hasta el río Guadalquivir. Definido ayer por los psiquiatras como un "egocéntrico" que manipula y miente, Carcaño aspira a ser condenado por homicidio y alejarse de los 52 años de cárcel que pide el fiscal por asesinato. La madre de Marta lo intuyó: "Estás con un chico que tiene el perfil de un maltratador: primero te puteo y luego te regalo", le dijo a su hija cuando esta salía con Carcaño.
Durante el juicio salieron a relucir de nuevo las contradicciones y desmemoria del menor condenado y los cuatro imputados. Todo para ocultar el trágico destino del cadáver de Marta y aportar luz a la investigación.
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