El regreso de la extraña pareja
Puyol y Piqué, juntos de nuevo, no marcaban en el mismo partido desde el 2-6 al Madrid
El césped, blandengue, no estaba para mucho trote, así que el Barça decidió pisarlo lo menos posible y obró en consecuencia: solo usó la mitad del campo. La media de posesión llegó a los 44 segundos por minuto y de cada 60 segundos, jugó 46 en campo ajeno, en suelo maño. De hecho, las veces que el Zaragoza salió de su terreno de juego fueron una simple anécdota. Primero, por su voluntad de meter el culo en el área y, además, porque el Barcelona no le dejó. "No es la primera vez que nos vamos de un partido sin rematar, pero es que no nos han dejado", argumentó Aguirre.
El equipo azulgrana presionó tan arriba que, puestos a acosar al rival, agobiaron hasta al portero. En el minuto 9, por ejemplo, Puyol y Piqué ordenaron dar un paso adelante y empujaron al Barcelona y al Zaragoza hasta el terreno del rival. Roberto tuvo trabajo hasta para sacar de puerta. Así atacó el Barça, desde sus centrales, que no solo comenzaron el juego, sino que ayer también lo terminaron. Volvió el Barcelona a salir del Camp Nou sin un gol encajado, van siete partidos, todos los del curso en casa, y con goles de estrategia. No marcaban de falta desde que lo hiciera Ibrahimovic en el Calderón hace más de un año. "Con Puyol, Keita y Piqué en el campo, teníamos que probarlo. Es importante sacar rendimiento a estas jugadas", dijo Xavi.
El Barcelona atacó desde sus centrales, que comenzaron el juego y lo terminaron
Y así fue, marcaron Puyol y Piqué. Desde la histórica victoria (2-6) en el Bernabéu, el 2 de mayo de 2009, Puyol y Piqué no celebraban sus dianas en el mismo encuentro. Lo hicieron ayer, cada uno a su estilo. Puyol es un tipo tosco, pura voluntad y deseo, que cuando no alcanza un remate, en vez de lamentarse como un futbolista normal, le pega puñetazos al palo y suele dejar el campo a pecho descubierto, llueva o haga frío. Piqué, educado en la Bonanova, es elegante con la pelota en el pie y en el remate. Ayer se zampó a Mateos, entrando al primer palo, para meter el primer gol, su primer gol este curso, después de encadenar dos temporadas seguidas con cuatro tantos. Lo festejó con dos dedos sobre el pecho, un guiño que hace referencia al día de su cumpleaños, el 2 de febrero, y al de su novia, Shakira.
Puyol también marcó, pero el remate del capitán fue una demostración de estilo bien distinta. Nacido en La Pobla, en las montañas de Lleida, fue algo más tosco en sus maneras para buscar el tercer gol de la tarde. Compatibles hasta en el estilo, forman una pareja que cuando está fina es capaz de ganar un Mundial, sin ir más lejos. "Son dos jugadores de mucha experiencia, diferentes, que llevan muchos años y muchos partidos", dijo Guardiola, que recordó la dilatada ausencia de ambos. "Carles ha estado fuera ocho meses, y son muchos meses. Pero se le ha vuelto a ver en toda su extensión. Piqué lleva fuera cinco y poco a poco lo va cogiendo. Son ellos los que se han de ganar el sitio", remachó el técnico, que defendió igualmente a Villa: "Cuando digo que tengo mucha confianza y fe en Villa es que la tengo. No puedo ir justificando las veces que es suplente; pero si juega 45 minutos después de otros 45 en un país como Costa Rica, y hay otro partido el miércoles que viene, pues prefirieron reservarlo. Aquí no solo podemos jugar algunos, aquí podemos jugar todos".
A la extraña pareja Puyol-Piqué no se la había visto mucho junta este curso: hasta anoche apenas jugaron de inicio contra el Racing (Piqué abandonó a los nueve minutos) y contra el Viktoria (único partido completo con ambos como centrales). Además, se vieron en el partido con el Mallorca: Piqué entró en el descanso por Abidal; Puyol sustituyó a Busquets (minuto 58). La ausencia de ambos, por lesión, dio minutos a Mascherano y Abidal. Pero han vuelto de la mano. Uno no sería lo mismo sin el otro. Complementarios, el chico que bajó de las montañas y el que cruzó la Diagonal hasta Les Corts regresaron ayer a lo grande.
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