"Este es mi momento y el escenario es mío"
Se mueve con soltura por este palacio del siglo XVII situado en pleno centro de Madrid: "Pienso dormir cada noche en una habitación distinta". Nicole Henry despliega su esbelta figura ante la cámara fotográfica con la elegancia y el savoir-faire de una auténtica estrella del espectáculo. Aunque asegura que todo esto le pilló por sorpresa. "Siempre he cantado, desde niña, pero jamás se me pasó por la cabeza que algún día llegaría a convertirme en cantante profesional". Esta noche, los aficionados madrileños volverán a encontrarse con la cantante menos vocacional y más glamourosa que ha dado el género en mucho tiempo. Estará acompañada por la big band del saxofonista Bob Sands: "Habrá un 40% de repertorio nuevo y un 60% de puro jazz", anuncia.
Que la biografía de Nicole Henry escapa a las convenciones de la cantante de jazz al uso queda claro a poco que se adentra en los pormenores. "Me gustaba la música, pero no más que a cualquier otro", asegura. "Yo era una niña realista que no deseaba ser nada en concreto de mayor".
En 1996 comenzó su andadura en la música de una manera casual, como cantante de discoteca. "Al principio era una forma de divertirme", recuerda. "Me llamaron para cantar en una discoteca y pensé: '¿Por qué no?'. Hasta que terminé enamorándome del escenario. Me encantaba la sensación de estar ahí arriba, dando algo a miles de personas que estaban bailando y sintiendo lo mismo a la vez. Era una sensación nueva y estimulante. Saqué la conclusión de que eso es lo que quería hacer".
Durante un tiempo, Nicole simultaneó su trabajo como cantante con un empleo estable en las oficinas de los premios Grammy, en Miami. "Un día decidí que dejaba el trabajo y lo hice", cuenta. "Así, sin más". Los comienzos nunca son fáciles. Nicole Henry permaneció cuatro años poniéndole voz a todo tipo de anuncios para la televisión. "Hasta que un día me tocó telonear a un grupo de jazz", recuerda. "Al final de la actuación, una de sus miembros vino hacia mí y me dijo: '¿Por qué no te aprendes unos cuantos temas de jazz y te vienes con nosotros?'. Así fue cómo descubrí a Billie Holiday y a Ella Fitzgerald... me enamoré del jazz. Hasta el año 2008 creo que no canté otra cosa que jazz".
En su corta experiencia como cantante, Nicole ha podido conocer algunos de los templos del jazz mundial. "Hay quien dice de mí que soy una diva...", admite. "Ser una diva significa que no te has tomado la molestia de conocer la música que estás interpretando y no respetas a los músicos con los que estás tocando. Las divas tienen una reputación muy mala. Yo no me siento una diva, tengo demasiada compasión por mis semejantes para colocarme por encima de nadie".
Si Nicole Henry se ve a sí misma menos como una estrella que como una currante del jazz, no es menos cierto que, en sus últimos años, ha adquirido algunos hábitos propios del divismo. "Lo reconozco. Yo antes nunca hubiera aceptado a alguien que toma posesión del escenario e impone su ley, pero ahora soy yo la que lo busca. Yo era del tipo de cantante modesta que da las gracias por todo y pretende ser una colega, la verdad es que no sé en qué estaba pensando. Ahora, si tengo que dar una patada para que me hagan caso, la doy. Este es mi momento y el escenario es mío".
Hablando de escenarios, este año, Nicole comerá las uvas subida a uno: el del club Blue Note, en Tokio. "Japón es mi mayor mercado después de Estados Unidos... y Madrid".
Difícil entender las razones de la irresistible atracción que ejerce la música de Nicole Henry sobre el público madrileño, y viceversa: "No tengo la menor idea de por qué pasa, solo sé que existe esa conexión. Aquí el público me quiere por lo que soy y no por lo que piensan que debería ser, y es algo que nunca había sentido antes. En Madrid me siento como en casa. Me encantan sus edificios, los espacios públicos, el parque del Retiro... este concierto es la culminación de mi romance con esta ciudad".
Nicole Henry & Bob Sands Big Band. Hoy en el Festival de Jazz de Madrid. Teatro Fernán Gómez. 21.00.
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