Tras la lluvia llega la desesperación
Los vecinos del barrio donostiarra de Txomin protestan por el trato recibido - El Gobierno se compromete a destinar más ayudas si fuese necesario
Los vecinos de los barrios donostiarras de Martutente y Txomin, las dos áreas de San Sebastián más castigadas por las lluvias, tardarán tiempo en recuperar la normalidad. Ayer se enfrentaron a su segunda jornada de limpieza y el desánimo y la impotencia comenzaron a cundir entre los afectados. Los damnificados de Txomin cortaron a mediodía durante unos minutos la carretera que une el barrio con Martutene en señal de protesta, una acción que necesitó la intervención de la Ertzaintza, y por la tarde unos 200 vecinos recorrieron la misma vía al grito de: "Solución a la inundación". Entre los 2.500 afectados de la capital guipuzcoana, según datos del Ayuntamiento de San Sebastián, una treintena todavía no ha podido volver a sus casas y tuvieron que pernoctar en pisos y hoteles habilitados por el Servicio Municipal de Urgencia Social.
La Ertzaintza continúa buscando a la vecina de Derio desaparecida
"Ya se ha visto por televisión, todo el mundo sabe lo que nos ha pasado, ahora les toca hacer algo", un grupo de vecinas de Txomin, indignadas, minutos antes de que comenzara la marcha se quejaban de cómo la administración ha gestionado la crisis. Las críticas las dirigían hacia el Ayuntamiento, la Ertzaintza y la Policía Municipal.
"Yo también estaría enfadado. Si se te inunda la casa o un local lo mínimo es que estés enfado, pero la situación fue excepcional", concedió ayer el alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, después de que un grupo de afectados le increpara el lunes cuando vistó las zonas inundadas. El Ayuntamiento además ha convocado dos reuniones con los vecinos afectados, según explicó en un comunicado, para informales de forma directa de cómo presentar las reclamaciones y solicitar ayuda a los seguros. El primero de los encuentros se celebrará hoy a las 19.00 en la Asociación de Jubilados de Martutene y el segundo, el jueves a la misma hora en la agrupación Txomin Enea.
El consistorio donostiarra no fue la única administración que ayer tendió la mano a los damnificados. El consejero de Interior, Rodolfo Ares, señaló tras el Consejo de Gobierno que la prioridad es atender a los vecinos "con la máxima rapidez". El Gobierno tampoco descarta ampliar si fuera necesario las ayudas que la legislación prevé para este tipo de situaciones.
A golpe de tambor, los vecinos de Txomin criticaron el trato desigual, que a su juicio, han recibido respecto a los efectivos y medios que se destinaron en Martutene. "Yo en Martutene he visto zodiacs, bomberos, y aquí la gente ha tenido que salir a nado de su casa. Nos prometieron contenedores y no han llegado hasta que hemos protestado", aseguraba una de las afectadas, relación con el cruce de contenedores que protagonizaron a mediodía, mientras su compañera añadía, "fíjate si todavía hay gente achicando agua". "Simplemente, los vecinos, impotentes, hartos de que no llegasen los cubos para echar la basura pues han decidido tirarla a la calle", explicaba otro de los damnificados de Txomin.
La Diputación de Gipuzkoa pidió a los Gobiernos vasco y central que las ayudas económicas se destinen "lo más rápidamente posible", aunque no especificó qué cantidad aportará la propia institución foral. La responsable de Administración Central y Función Pública, Garbiñe Errekondo, anunció que el Ejecutivo autónomo y los 88 municipios del territorio se volverán a reunir hoy para evaluar los daños causados y las ayudas necesarias. La diputada explicó que los bomberos efectuaron el domingo pasado un total de 261 intervenciones en 65 municipios.
Los efectos del temporal dieron ayer sus últimos coletazos en Bizkaia, mientras la Ertzaintza retomaba las labores de búsqueda de la vecina de Derio desaparecida. Las lluvias caídas y la filtración de agua causaron el desplome de un muro en el barrio de Rontegi, en Barakaldo. Además, un desprendimiento de tierras interrumpió a mediodía la circulación de trenes en el tramo Zugastiera-Muxika, del ramal de Euskotren entre Amorebieta y Bermeo. El servicio, que no se pudo reestablecer en todo el día, se espera se recupere a primera hora de hoy.
Un río sin domesticar
El cauce del Urumea es uno de los puntos más críticos del mapa hidrológico de Gipuzkoa. Tras las inundaciones de enero de 2004, que causó daños por 600.000 euros, el Gobierno vasco presentó un "plan de urgencia" para evitar las crecidas y sus devastadoras consecuencias que deja por su angosto discurrir por unos 15 kilómetros entre Hernani, Astigarraga y San Sebastián. El Departamento de Medio Ambiente, entonces en manos de EA, iba a quitar los obstáculos que taponaban el curso del río en algunos puentes y se comprometió a abordar el encauzamiento íntegro del Urumea.
Cuatro años más tarde el río presentaba el mismo riesgo de sufrir nuevas crecidas. Seguía sin domesticar, y en cuanto aumentaban las precipitaciones, el agua desbordaba los cauces anegando terrenos ocupados por el hombre. En 2008, la misma consejería lanzó un "plan integral" que incluía 18 actuaciones y pretendía mejorar el desagüe hacia la desembocadura.
La inversión prevista era de 59,2 millones y entre las medidas previstas se anunció el derribo y sustitución de 10 puentes, nuevos encauzamientos, la construcción de diques y mejoras urbanísticas. Salvo el puente de Martutene, tenían que desaparecer el de Egia, el de los cuarteles de Loyola, el del barrio de Martutene, todos en San Sebastián, o el puente de Karabel, en Hernani, porque ejercían de tapones. Siguen en su sitio. Mientras tanto, el Urumea sigue haciendo de las suyas.
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