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Reportaje:

La guinda románica del MNAC

Expuestas por primera vez juntas las bases del baldaquino de Ripoll, del siglo XII

José Ángel Montañés

Los visitantes que acudieron ayer al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) tuvieron el privilegio de ser los primeros en ver juntos todos los fragmentos que se conservan del baldaquino del monasterio de Santa Maria de Ripoll: cuatro bases de piedra calcárea del siglo XII decoradas con altorrelieves en los que se representa una lucha entre hombres y leones. Es uno de los pocos restos que han sobrevivido, junto a la portalada y el claustro, de este monasterio fundado por Guifré el Pelós en 879.

A finales de junio, cuando el MNAC inauguró la nueva presentación del románico, faltaban dos obras. Entonces solo se incorporaron a la exposición permanente dos de las cuatro bases de este baldaquino construido para proteger el altar de la iglesia. El lunes -día en el que el museo cierra sus puertas al público-, después de tres meses en los que las piezas se han restaurado para eliminar intervenciones anteriores, algunas realizadas con cemento, los conservadores del museo pusieron fin a una separación que ha durado 11 años.

Todo empezó en 2000, cuando Jordi Camps, conservador jefe de la colección de arte del románico del MNAC, descubrió en las reservas del museo una pequeña cabeza de león, de apenas 15 centímetros, que figuraba como de procedencia desconocida y que acabó identificando como parte de este baldaquino.

Desde entonces, Camps ha luchado por ver reunidos los fragmentos. El lunes no disimulaba su alegría mientras supervisaba los trabajos en la sala del MNAC donde está instalada la escultura monumental junto a los capiteles de San Miguel de Camarasa y de Santa Maria de Besalú, la recreación virtual de la enorme portalada de Ripoll y parte de uno de los arcos originales, en el que se representa a un hombre que arroja por la boca, como si lo vomitara, un carnero.

Con ayuda de dos restauradores, un diseñador, tres operarios e incluso un miembro de seguridad -para que nadie se llevara las piezas, de más de 150 kilos-, se colocaron sobre la peana, junto a sus hermanas, las dos nuevas bases. Viéndolas juntas, no había duda, incluso para un lego, de que fue el mismo artista el que esculpió la piedra y formaron parte de la misma construcción. "No representan una misma narración, pero todas hablan de la lucha entre el bien y el mal", explicaba Camps mientras señalaba la enorme herida en la espalda de uno de los resignados hombrecillos, propinada por uno de los animales, y el detalle del plomo conservado en las pupilas de estos.

La reunión de estas obras maestras del románico ha sido posible tras el convenio entre el obispado de Vic y el MNAC, que permite exponerlas en Barcelona durante tres años prorrogables. Una vez alineadas perfectamente las piezas, Lluís Alabern, responsable de movimiento de obras de arte del MNAC, puso el toque final al colocar, con sumo cuidado, la cabeza del león de nuevo en su lugar. El reencuentro, por fin, se había producido.

Los operarios del MNAC dan los últimos retoques a la instalación de las piezas del baldaquino de Ripoll.
Los operarios del MNAC dan los últimos retoques a la instalación de las piezas del baldaquino de Ripoll.TEJEDERAS

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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